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Facundo Manes
Clarín
24/01/10

Juan siempre fue una persona tímida, responsable, respetuoso de las normas sociales, dedicado a su trabajo y familia. A los 45 años tuvo un accidente con traumatismo de cráneo. Fue internado y a los 3 meses regreso a su casa. Aunque al alta parecía normal ya que no tuvo deficiencias del lenguaje, memoria, intelecto general, comprensión, ni tuvo déficits motores; con el tiempo se observo que fue incapaz de recuperar su rol social previo. Su personalidad se transformó en desinhibida, con conductas morales y sociales inapropiadas, impulsividad, distractibilidad, dificultades para planificar su día de trabajo, el futuro, elegir amigos, socios, y actividades. Esto lo llevo a la pérdida de su status financiero, familiar y social. Aunque su conocimiento sobre los estándares morales y sociales era adecuado, tenía conductas como robarle los ahorros a su abuela sin conciencia de las consecuencias de sus actos y sin sentimientos de culpa. Esta "psicopatía adquirida" o emergencia de comportamiento antisocial fue resultado de la lesión en el área frontal de su cerebro por el traumatismo. La Moralidad es uno de los productos de las presiones evolutivas que han dado forma a la mente humana. La principal función del cerebro humano es producir respuestas adaptativas a las demandas físicas y sociales que nos impone el entorno.

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Generar respuestas adaptativas a las demandas sociales podría haber contribuido a la emergencia de la conducta moral humana. Aun sin saberlo, realizamos juicios morales en forma diaria, como ayudar a un anciano a cruzar la avenida, aunque esto nos haga llegar tarde a una importante reunión. Situaciones como están representan un dilema moral acerca de si debemos actuar de acuerdo a los intereses de los demás o a los nuestros. Las áreas frontales son claves para la conducta moral así como la cognición social, una función cognitiva que procura entender y explicar cómo los pensamientos, las sensaciones y el comportamiento del individuo se ven influidos por la presencia real o imaginaria de otros. La conducta moral refiere a aspectos éticos, legales, justicia popular, creencias y normas e involucra varios procesos psicológicos como emoción y empatía.

En efecto, los psicópatas -con o sin lesión cerebral- muestran déficits en sus propias emociones y en entender las emociones de los otros. Existe una fuerte convicción que los juicios humanos son producto de un razonamiento moral deliberado, sin embargo son escasas las evidencias desde las neurociencias de que esto sea realmente así. Al contrario, existe evidencia que las emociones sociales juegan un rol clave en el procesamiento moral. Quizás el razonamiento moral se deba entender como un intento para explicar las causas y efectos de nuestras intuiciones morales. La corteza frontal, afectada en el cerebro de Juan, es idónea para administrar la cognición social y moral, porque ayuda a controlar las reacciones inmediatas a un estímulo (como un rostro o gesto) y es fundamental para la previsión de las consecuencias de un comportamiento actual en el largo plazo. La identificación de los componentes neurales y de su relación con los aspectos psicológicos subyacentes a la moralidad humana nos está brindando conocimiento esencial para entender las fortalezas y debilidades de nuestra naturaleza.

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