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Psychosomatic Medicine
Traducción de Mónica Gómez Santos
23/07/09

Un nuevo estudio confirma de nuevo la evidencia que sugiere que el desequilibrio en los ácidos grasos en la dieta puede estar asociada a un incremento de las patologías cardiacas y la depresión durante el último siglo.

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Cuanto mayor era el porcentaje de grasas omega-6 en sangre respecto a grasas omega-3, mayor era la probabilidad que tenían los participantes de sufrir de depresión y más probable era que sufrieran de tensión alta y que produjeran una mayor cantidad de compuestos inflamatorios.

Compuestos que promueven la inflamación, como el factor de necrosis tumoral alfa e interlukin-6 se han relacionado con problemas cardiacos, Diabetes de tipo 2, Artritis y otras enfermedades.

Las grasas Omega-3 se encuentran en alimentos como el pescado, el aceite de lino y las nueces. Las grasas Omega-6 se encuentran en los aceites refinados, que se usan hoy en día en muchos productos procesados, desde la margarina a productos de panadería.

La cantidad de grasas Omega-6 de la dieta occidental se incrementó de forma sustancial cuando los aceites vegetales refinados (girasol, maíz, soja) empezaron a formar parte de la dieta en los albores del siglo XX.

El vínculo entre las grasas Omega-3 y la prevención de la depresión, problemas cardiovasculares y muchas otras enfermedades se hace cada día más evidente.

Este último estudio muestra, entre otras cosas, que 6 pacientes a los que se diagnosticó depresión tenían casi 18 veces más cantidad de grasas Omega-6 en su sangre. Según los resultados de los estudios, depresión y una dieta poco saludable van de la mano, lo que significa que la gente que come comida nutritiva evita generalmente las enfermedades.

Nuestros antepasados subsistieron en una dieta que tenía una cantidad equilibrada de grasas Omega-6 y Omega-3 (en un ratio de 1:1). Sin embargo, la actual dieta occidental es muy alta en grasas Omega-6. El ratio de Omega-6: Omega-3 se acerca a 20 a 1, e incluso, en mucha gente es de 50 a 1.

Recuerde, que consumir más ácidos grasos Omega-3 no significa comer alimentos procesados enriquecidos con Omega-3, puesto que su cuerpo no está preparado para procesar ácidos grasos aislados que no se encuentran en la naturaleza. La mejor solución es equilibrar la ingesta de ácidos grasos omega-3 tomando los alimentos más adecuados para su tipo metabólico y suplementar su dieta con aceite Omega-3.

Mi fuente favorita de Omega-3 es el aceite de Krill, pero el aceite de pescado también funciona bien. Ambas soluciones son mucho mejores que confiar en el lino como fuente principal de grasas Omega-3

Dsalud
28/07/09

El magnesio es un mineral que se encuentra en una proporción pequeñísima en nuestro organismo y, sin embargo, es vital para mantenernos sanos. De hecho, interviene en numerosas reacciones metabólicas, incluida la producción de energía. También es útil en la relajación muscular, en la síntesis de proteínas o en la formación del hueso e interviene en los sistemas nervioso y endocrino además de protegernos de enfermedades cardiovasculares, cálculos renales, estrés o dolores premenstruales, entre otras propiedades.

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El magnesio es el octavo elemento más abundante en la Tierra, el segundo -tras el sodio- en el mar y el quinto más abundante del organismo humano. De hecho, su presencia en el cuerpo de un adulto supone entre un 0,05 y un 0,1% de su masa corporal y se cifra entre 21 y 28 gramos. De ellos, el 65% se localiza en el esqueleto, el 25% en los músculos y el resto en los tejidos blandos -principalmente, corazón, cerebro, hígado y riñones- y en los líquidos orgánicos. Es tal su importancia que se le considera absolutamente imprescindible para un correcto funcionamiento del organismo y, de forma muy especial, del corazón, las arterias, el aparato musculoesquelético y los sistemas nervioso, endocrino y digestivo.

Muchos expertos le denominan además el mineral antiestrés ya que ha demostrado ser un tranquilizante natural que relaja los músculos esqueléticos y actúa positivamente sobre la transmisión nerviosa. Se asegura que previene la ansiedad, las fobias, los tics y el insomnio por lo que está recomendado en tratamientos contra la depresión y el estrés.

Otros le consideran asimismo cardioprotector porque además de influir sobre la musculatura -y por tanto sobre el corazón- previene los espasmos de las arterias coronarias -causa importante de ataques cardíacos-, mantiene las tasas de colesterol en niveles normales y regula el ritmo cardiaco y la presión arterial. También existen evidencias de que disminuye el riesgo de arterioesclerosis, infarto y angina de pecho así como síntomas del prolapso de válvula mitral como las palpitaciones y las arritmias.

Mención aparte merece su papel como estabilizador o catalizador de numerosos procesos metabólicos. Y es que el magnesio funciona como cofactor en más de 300 reacciones enzimáticas de nuestro cuerpo, en particular en aquellas destinadas a la producción de energía. Por ejemplo, interviene en todas las reacciones que se producen para la formación de la principal molécula de energía del cuerpo humano, la adenosin-trifosfato o ATP, y modula los potenciales eléctricos de las membranas celulares lo que permite que los nutrientes transiten adecuadamente a través de ellas.

Y no sólo eso. Participa además en la duplicación del ADN y en la transmisión de los impulsos nerviosos, regula los niveles de azúcar en sangre, interviene en la relajación y contracción de los músculos previniendo calambres, contracturas, vértigo, mareos o fatiga, favorece la absorción y metabolismo de otros minerales y ayuda a regular la temperatura corporal además de mantener sanos huesos, articulaciones, cartílagos y dientes.

ALIADO FEMENINO

Y son las mujeres, según las evidencias científicas recogidas hasta la fecha, las más beneficiadas por el magnesio. No sólo previene y calma los molestos síntomas que acompañan al síndrome premenstrual sino que es un aliado en situaciones tan dispares como el embarazo y la menopausia. Está demostrado que disminuye los niveles de las sustancias involucradas en el dolor e inflamación menstrual y previene la migraña que a veces suele aparecer durante ese proceso natural así como la retención de líquidos en las extremidades, las molestias mamarias y la hinchazón abdominal.

En cuanto al embarazo, varios estudios sugieren que los suplementos de magnesio ayudan a prevenir los clásicos calambres musculares de las piernas. También se utiliza para disminuir la presión arterial y las convulsiones uterinas de embarazadas con preeclampsia -en este caso se usa concretamente el sulfato de magnesio-, condición que se caracteriza por retención de líquidos e hipertensión. Y se trata de un tema importante porque si estos problemas no se controlan de forma efectiva pueden agravarse y conducir a convulsiones (eclampsia), al parto prematuro o, en el peor de los casos, a la muerte fetal.

SIMPLEMENTE, IMPRESCINDIBLE

En suma, se trata de un mineral muy importante y, sin embargo, los expertos calculan que entre el 15 y el 20% de la población tiene carencia crónica de magnesio. Algo que se debe a que no ingerimos la cantidad diaria recomendada y a que la absorción real -que se produce en el yeyuno, zona intermedia del intestino delgado- se limita al 40-50% de la cantidad que ingerimos ya que varios factores condicionan su absorción (vea el recuadro adjunto). Eso es lo que hace que la deficiencia de magnesio -o hipomagnesia- sea relativamente común aunque se diagnostique pocas veces y, consecuentemente, se trate aún menos.
Al parecer la carencia de magnesio afecta principalmente a las personas que sólo consumen alimentos procesados, es decir, a quienes no ingieren habitualmente frutas, hortalizas u otros alimentos crudos o que, en general, mantienen una alimentación pobre. También es frecuente en alcohólicos y en personas con cirrosis hepática, diarreas prolongadas, mala absorción intestinal y enfermedades renales o bien están a tratamiento diurético o han sufrido una intervención quirúrgica.

Los síntomas que suele provocar la deficiencia de magnesio son muy variados: alteraciones gastrointestinales, espasmos en vísceras huecas como la laringe o los bronquios, trastornos menstruales, debilidad muscular (acompañada de calambres, espasmos, tirones, temblores, entorpecimiento y hormigueo), fatiga, hipertensión, somnolencia, convulsiones, tics, irritabilidad, depresión, astenia, pérdida de apetito, náuseas, deterioro de la capacidad intelectual (confusión, desorientación, alteraciones de la conducta, etc.), estreñimiento y mayor probabilidad de formar perniciosos depósitos de calcio en riñones, vasos sanguíneos y corazón. También aumenta el riesgo de padecer accidentes cardiovasculares.

FUENTES NATURALES DE MAGNESIO

El magnesio se encuentra en casi todos los alimentos pero en muy diferentes proporciones. Los más ricos en él son el cacao, los cereales integrales (en el grano entero, no en el molido o refinado), las semillas integrales, las hortalizas y verduras crudas de hoja verde, las legumbres (soja, guisantes, habas, alubias, garbanzos, lentejas, etc.), los frutos secos (nueces, cacahuetes, pistachos, avellanas, pipas de girasol y almendras), el germen de trigo y la levadura de cerveza. Otros alimentos que también lo contienen aunque en menor medida son las carnes, los pescados, la leche y frutas como los plátanos, los aguacates, los limones, los pomelos, las manzanas, los higos y las ciruelas. El agua es otro alimento que puede contener hasta 120 miligramos por litro de magnesio.

CÓMO TOMARLO EN SUPLEMENTOS

En cuanto a las dosis adecuadas hay que decir que varían en función de la edad y la situación de cada persona. Lo común es que a los niños de entre 1 y 10 años se les prescriban 250 miligramos diarios y a los varones adultos 350; en el caso de las mujeres, a los 330 miligramos diarios recomendados habrá que sumar otros 120 en los periodos de gestación y lactancia.

Para potenciar el efecto del magnesio se recomienda tomarlo 30 minutos antes de las comidas o, incluso, en ayunas. De esa manera no interferirá en la absorción y metabolismo de otros minerales. Si además se acompaña con un poco de vitamina C o B6 (piridoxina) se facilitará su absorción y el acceso al interior de la célula.

Resta decir que la toxicidad de este metal alcalino es prácticamente desconocida siempre que se respeten las dosis sugeridas. Eso sí, aunque no provoque ningún efecto adverso grave -sólo una ligera diarrea en casos raros- su uso debe ser controlado siempre por un profesional de la salud, especialmente si se padece diabetes o alguna enfermedad renal o cardiaca.

Dsalud
28/07/09

Cuando hace unos años algunas investigaciones relacionaron el consumo de grasas saturadas animales con una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares el público se decantó por la margarina al considerarse más saludable ya que sus grasas son insaturadas, de origen vegetal y no tienen colesterol. Actualmente, sin embargo, se sabe que la manipulación tecnológica a la que se somete a esas grasas vegetales para obtener margarina no sólo las convierte en saturadas sino que además se generan ácidos grasos trans. De ahí que la mejor recomendación sea hoy la de sustituir tanto el consumo de mantequilla como de margarina por aceites cuya salubridad no ofrezca dudas.

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¿Qué es más saludable? ¿La mantequilla o la margarina? Pues si tenemos en cuenta que la primera está cargada de grasas saturadas y colesterol y la segunda tiene grasas saturadas y además ácidos grasos trans la respuesta es contundente: ninguna. De tan sencilla forma puede zanjarse la polémica que desde hace años mantienen defensores y detractores de una y otra. Polémica alimentada, claro está, por las respectivas empresas productoras dispuestas a lo que sea por atraer al consumidor hacia su mercado. Pero antes de explicarlo echemos la vista atrás, conozcamos los orígenes de ambos productos y sepamos cómo se fabrican.

Al parecer los primeros pueblos que elaboraron mantequilla fueron los mongoles, los celtas y los vikingos que la obtenían mediante el batido y amasado de la nata de la leche de distintos animales, especialmente, de vacas, ovejas y cabras. Aprecio por la mantequilla que sin embargo no fue compartido por griegos y romanos que la consideraban “comida para bárbaros” y de ahí que su consumo no se extendiera por Europa hasta el siglo XIV desde donde pasaría a América, Oceanía y África. Bien, pues los principales hitos de la historia de la mantequilla lo constituyen la invención a finales del siglo XIX de la centrifugadora -artilugio que permite separar la nata de la leche de forma más rápida-, la pasteurización y la utilización de bacterias. Todo ello fue lo que permitiría su producción a escala industrial.

Pasteurizar la leche consiste simplemente en calentarla a una temperatura de entre 92 y 95º C durante medio minuto para destruir los posibles gérmenes patógenos presentes en ella e inactivar las lipasas, enzimas presentes en la leche responsables de ciertas alteraciones graves de la mantequilla observadas durante la fase de almacenamiento. A continuación se deja en reposo a baja temperatura para favorecer la cristalización de la grasa y mejorar su extensibilidad y luego se agregan fermentos lácticos durante 15 horas (la temperatura debe estar entre 14 y 16º C) algo que propicia la producción de ácido láctico (que es lo que proporciona su aroma y acidez características). Finalmente la grasa de la nata se bate con fuerza con lo que se convierte ya en mantequilla (a la que luego se puede o no añadir sal). A continuación basta limpiarla con agua pura estéril y amasarla para lograr una distribución uniforme. Eso sí, para que sea considerada de buena calidad debe ser compacta, no muy dura y de color amarillo. Y para que no pierda sus propiedades debe preservarse del calor, la luz y el aire ya que se enrancia con facilidad.

Por lo que respecta a su valor nutritivo se trata de un producto con alto contenido en grasas. De hecho en 100 gramos de mantequilla podemos encontrar 80 u 85 de grasa de los que casi 60 son ácidos grasos saturados, 25 monoinsaturados y apenas 2 poliinsaturados. Además 100 gramos de mantequilla contienen 230 miligramos de colesterol. Asimismo hay cantidades muy pequeñas de vitaminas A y D así como de calcio, fósforo, sodio, potasio y magnesio. Obviamente dada su abundancia en grasas saturadas y colesterol su consumo está especialmente contraindicado para quienes sufren sobrepeso, obesidad, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia y trastornos cardiovasculares.

En cuanto a la margarina su historia es mucho más corta. Fue creada en 1869 por el químico y farmacéutico francés Hippolyte Mège-Mouriés quien con este invento ganaría el concurso propuesto por el emperador Carlos Luis Napoleón III para dar con un sustituto viable y de bajo costo a la entonces carísima mantequilla que permitiera alimentar a las clases sociales más bajas y al ejército. No sería en cualquier caso hasta la II Guerra Mundial cuando su producción cobró especial importancia -sobre todo en Alemania- como fuente barata de lípidos. Hoy la margarina es un negocio de tal calibre que durante décadas se ha impuesto tanto a la mantequilla como a otras grasas en los hogares de medio mundo.

Evidentemente desde su creación hasta nuestros días su proceso de obtención ha sufrido ajustes. Hoy se la define como una emulsión líquida o plástica de aspecto similar al de la mantequilla pero obtenida a partir de grasas y aceites vegetales aunque a algunas se le añaden grasas animales. En cuanto a su fabricación lo primero que se hace es refinar el aceite para eliminar los ácidos grasos libres -podrían deteriorar el producto final-, los compuestos volátiles -podrían generar mal olor y/o sabor-, los fosfolípidos y posibles metales y pigmentos. Después se procede a endurecer el aceite hasta convertirlo en un producto semisólido siendo lo más común hacerlo mediante lo que se conoce como hidrogenación, método que consiste en saturar el aceite con hidrógeno a altas temperaturas –entre 120 y 200º C- y alta presión en presencia de metales catalizadores como el níquel o el platino durante ocho horas. Finalmente a la grasa resultante –parcial o totalmente hidrogenada- se le añade, agua, aceite vegetal, leche descremada, emulgentes, saborizantes, conservantes y sal común, mezcla que se bate ya en frío hasta conseguir la margarina.

Cabe decir que en cien gramos de margarina hay 80 de materia grasa de los que entre 25 y 30 son ácidos grasos saturados, de 50 a 55 monoinsaturados, unos 20 poliinsaturados y 0,8 ácidos grasos trans. En cuanto al aporte vitamínico y mineral de las margarinas depende sobre todo de lo que se le añade.

En suma, en la margarina predominan los ácidos grasos mono y poliinsaturados -más cardiosaludables que los saturados- y no contiene colesterol. Por eso hay quienes la consideran más “sana” que la mantequilla. El problema es que en el proceso de hidrogenación de la margarina se generan ácidos grasos trans cuyos efectos nocivos para la salud son de tal importancia que en cada vez más países su presencia en un producto tiene que declararse en la etiqueta. En algunos incluso –es el caso de Dinamarca- se prohíbe todo producto que contenga más de un 2%, porcentaje de ácidos grasos trans que es el máximo que recomienda hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).

LOS ÁCIDOS GRASOS “ TRANS ”

En suma, ambos tipos de grasas –la mantequilla y la margarina- aumentan en sangre los niveles de colesterol “malo”. La diferencia es que las parcialmente hidrogenadas también hacen que se reduzcan los niveles de colesterol “bueno” y que se incrementen además los de triglicéridos. En un artículo publicado en junio del 2006 en The Journal of the American Dietetic Association un equipo de investigadores dirigido por Katherine M. Phillips -bioquímica del Virginia Polytechnic Institute (Estados Unidos)- explicaba que los ácidos grasos insaturados naturales de los aceites vegetales tienen una estructura bioquímica cis –es decir, los dos átomos de hidrógeno de cada doble enlace están en el mismo lado- pero los procesos de hidrogenación parcial a los que se les somete –como en el caso de la margarina- acaban provocando que esa configuración cambie a trans (uno de los átomos de hidrógeno de cada doble enlace pasa al lado opuesto). Un pequeño pero significativo cambio bioquímico porque impide que tales grasas puedan ser correctamente metabolizadas lo que anula el beneficio de su condición de insaturadas.

Ya en 1994 expertos de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) habían constatado que quienes consumen de forma habitual grasas parcialmente hidrogenadas –y, por tanto, ricas en ácidos grasos trans - tenían casi el doble de posibilidades de sufrir un infarto que las que no las consumían. Y, más recientemente, el profesor Dariusn Mozaffarian –epidemiólogo de la mencionada universidad estadounidense- revelaba en un artículo publicado en The New England Journal of Medicine que incluso la ingesta de apenas un 2% de grasas trans al día incrementa de forma considerable el riesgo de cardiopatías. Lo que cotejó cuando tras vigilar a 140.000 personas que consumían el 2% de sus calorías diarias en forma de ácidos trans constató que el número de accidentes cardiovasculares entre ellos fue un 23% superior. Lo que le llevó a concluir sin tapujos que “el consumo de grasas trans conlleva un considerable daño potencial y ningún beneficio aparente”.

Asimismo se ha comprobado mediante numerosas investigaciones que los ácidos trans aumentan la concentración en sangre de proteína C-reactiva, indicador de inflamación y disfunción celular en el organismo que también se vincula a cardiopatías y afecciones de los vasos sanguíneos.

Y por si fuera poco las grasas trans interfieren en el metabolismo de los ácidos grasos esenciales, en la síntesis de los omega 3 y en el equilibrio de las prostaglandinas.

Asimismo se ha establecido que un consumo elevado o mantenido de grasas trans puede provocar resistencia a la insulina –y, a la larga, diabetes tipo II-, disminuir la calidad de la leche materna, provocar problemas hepáticos y reducir la capacidad de respuesta inmune del organismo. Algunos incluso los relacionan con el cáncer. Así se desprende por ejemplo de los resultados de un estudio del que hace apenas unos meses nos hicimos eco llevado a cabo por investigadores franceses del Centre National de la Recherche Scientifique y que dirigido por la doctora Véronique Chajès se publicó en American Journal of Epidemiology según el cual, tras estudiar entre 1995 y 1998 a cerca de 25.000 mujeres, se constató que cuanto más altos son los niveles de grasas trans más posibilidades hay de sufrir cáncer, especialmente de mama.

La margarina, en suma, no es una buena opción. Pero eso no significa que la mantequilla sea más sana pues ésta tiene muchas más grasas saturadas y ello hace aumentar notablemente el nivel de triglicéridos y colesterol “malo” o LDL. Es más, en realidad también contiene -aunque en niveles notablemente más bajos- ácidos grasos trans como resultado de la hidrogenación natural realizada por los microbios que habitan el intestino de los rumiantes de los que se obtiene la leche para elaborarla.

MIRE BIEN LAS ETIQUETAS... ¡Y NO SE FÍE!

En suma, la Food and Drug Administration (FDA) norteamericana exige desde marzo del 2004 a las empresas alimentarias que especifiquen en las etiquetas la cantidad de grasas trans que contiene cada uno de sus productos. Algo que llevó a la mayoría de ellas a cambiar el tipo de grasa utilizada para elaborarlos y ahora apenas contienen grasas trans.

El problema es que la mayor parte de las grasas con las que se sustituyeron –básicamente aceites tropicales como el de palma o coco- contienen aún mayores cantidades de grasas saturadas por lo que se da la paradoja de que los consumidores eligen productos que declaran no contener grasas trans sin saber que lo que consumen en muchos casos es tan perjudicial o más. Pero ésa será, sin duda, otra batalla. Al menos ya se ha conseguido de momento –como contamos en la sección de Noticias del nº 109- que a partir del 2010 en el estado norteamericano de California ningún restaurante, cafetería o panadería pueda servir productos que contengan ácidos grasos trans. Y a partir del 2011 tampoco podrán hacerlo las tiendas minoristas de productos horneados. De esta forma ese estado es el primero en seguir el ejemplo de ciudades como Nueva York, Filadelfia o Seattle que ya tenían en vigor dichas prohibiciones. Asimsimo países como Canadá, Dinamarca, Suiza, Finlandia, Islandia o Gran Bretaña -por citar algunos- se han mostrado ya beligerantes con el uso indiscriminado de estas grasas. Sin embargo, en otros países -incluido el nuestro- la cuestión no parece prioritaria y el único paso dado ha ido en la línea de hacer más estricta la normativa de etiquetado nutricional pero aún no existe una regulación específica sobre las cantidades de estas grasas que se pueden incluir en los productos. Lo que sí se observa es que poco a poco los productos que las contienen –quizás por su “mala prensa”- van desapareciendo del mercado y hoy hasta la mayoría de las margarinas –no todas- han dejado de contener grasas trans.

Solo que como el proceso es tan lento el Parlamento Europeo dictó en septiembre pasado una resolución en la que recuerda que “el estado actual de los conocimientos científicos muestra que un consumo demasiado importante de ácidos grasos trans (superior al 2% de la aportación energética total) está asociado a un incremento significativo de los riesgos de enfermedades cardiovasculares” por lo que “lamenta profundamente que sólo unos pocos gobiernos europeos hayan emprendido alguna acción para reducir la exposición acumulada de los consumidores europeos a los ácidos grasos trans artificiales y a los ácidos grasos saturados presentes en numerosos productos transformados con escaso interés desde el punto de vista de la nutrición”.

Y de ahí que termine recordando que “los ácidos grasos trans procesados industrialmente suponen una amenaza grave, debidamente documentada e innecesaria, para la salud de los europeos” por lo que propone “abordar esta cuestión con una iniciativa legislativa apropiada destinada a eliminar eficazmente de los productos alimenticios los ácidos grasos trans procesados industrialmente”.

Bueno, pues en España no se ha hecho el más mínimo caso. Es más, la Fundación Española de Nutrición se limita a decir que “la ingesta de estas grasas en la población europea es bastante menor que la de grasas saturadas: entre 0,5 y 2% del aporte nutricional diario frente a un 10,5-18% de grasas saturadas según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. El problema, en efecto, no está pues en el consumo ocasional sino en el abuso de productos que contengan este tipo de grasas”. En suma, hasta esa asociación se dedica a proteger a la industria en lugar de velar por los consumidores.

Terminamos. En la revista tenemos claro que ni el consumo de mantequilla ni el de margarina se justifican. Ambas son malas para la salud. Pero si a pesar de ello quiere seguir consumiéndolas lea al menos bien las etiquetas de los productos para saber qué introduce en su cuerpo. Y si opta por las margarinas que al menos estén fabricadas con aceite de oliva. Lo sabrá porque así se dice explícitamente o porque en lugar de ello la etiqueta dirá genéricamente que lleva “aceites vegetales” sin mencionar cuáles (la mayoría lleva aceites de palma, coco, soja o maíz).

En cualquier caso, observe la naturaleza. Ponga mantequilla en un plato al aire libre en verano y verá cómo las moscas llegan para comérsela. Ponga margarina y verá que la mayoría ni se acerca.

The Independent
Traducción de Mónica Gómez Santos
29/07/09

Conservantes como el benzoato sódico y el benzoato de potasio ha sido noticia recientemente, dado que cuando se combinan con la vitamina C (ácido ascórbico) que se añade a muchos refrescos, produce benceno, un carcinógeno, al que se relaciona con la leucemia. En un estudio realizado, al menos 5 marcas de refresco contenían excesivos niveles de benceno. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasifica el benzeno como carcinógeno.

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Según la Doctora Hulda Clark el Benceno es uno de los cinco inmunosupresores, junto con los PCBs, Metales Pesados, Asbestos y Colorantes Azoicos, responsables de la mayoría de las enfermedades degenerativas como el cáncer, sida, Alzheimer, esclerósis múltiple y artritis entre otras muchas.

Investigadores de una universidad británica sugieren que el benzoato sódico, un preservativo común que se añade en muchos refrescos, puede desactivar partes vitales del DNA, lo que eventualmente puede conducir a enfermedades como la Cirrosis del hígado o el Parkinson.

Cuando un profesor británico de biología molecular y biotecnología testó el impacto del benzoato sódico en células vivas de hongos, comprobó que dañaba partes vitales de DNA en la mitocondria celular.

Las mitocondrias actúan dentro de las células de forma similar a las centrales eléctricas. Cualquier daño que se produzca en las mitocondrias puede conducir a graves disfunciones celulares asociadas con el envejecimiento y las enfermedades de la tercera edad. El daño provocado por el benzoato sódico fue lo suficientemente importante como para que las mitocondrias dejaran de funcionar.

El benzoato sódico está presente en las bayas en pequeñas cantidades, pero en los refrescos como Coca-Cola, Pepsi Light, Fanta o Sprite se añade en grandes cantidades para evitar la formación de mohos. También se añade en salsas y en vinagretas.

Dsalud
31/07/09

Denunciamos su peligrosidad hace unos meses, nos tildaron por ello de alarmistas y algunas de las empresas que fabrican productos con ácido acetilsalicílico decidieron contraatacar pero no con argumentos sino con campañas de publicidad emitidas en medios acríticos con eslóganes. Como el de “Creo en Aspirina porque me funciona”.

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Así que ya no va de ciencia sino de creencia. Pura religión médica. Hay que vender como sea. Ya no es un producto útil en casos excepcionales. ¿Que te duele la cabeza? ¡Aspirina! ¿Que te duele la espalda? ¡Aspirina! Te duela lo que duela… ¡Aspirina! Y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios callada. Como si fuese un fármaco inocuo que se puede tomar a todas horas para todo. Vergonzoso.

Y eso que un nuevo estudio reconfirma que su ingesta puede provocar ”microhemorragias asintomáticas”. Es decir, que el cerebro puede sangrar sin que ni siquiera se de uno cuenta. Bueno, el ácido acetilsalicílico o aspirina y todos los demás fármacos que se recetan para prevenir coágulos sanguíneos. En suma, para prever posibles infartos se dan fármacos que pueden causar hemorragias cerebrales. Pura “ciencia farmacológica”, vamos.

El nuevo estudio que lo advierte se ha hecho en el University Medical Center de Rotterdam (Países Bajos) y se acaba de publicar en Archives of Neurology con personas mayores. Concretamente sobre 1.062 personas –todas sin problemas de demencia- que tomaban anticoagulantes -como el ácido acetilsalicílico y el carbasalato de calcio- y cuya edad media era de 69,6 años a los que se examinó con resonancias magnéticas entre el 2005 y el 2006. Hemorragias que eran más frecuentes entre quienes tomaban dosis más elevadas. Se apreció asimismo que entre los que tomaban ácido acetilsalicílico o aspirina las hemorragias eran más comunes en el lóbulo frontal.

Los investigadores llegan a afirmar que si bien los anticoagulantes podrían justificarse en personas con riesgo de ataque cardiaco e ictus no se justifica tomar aspirina cuando los enfermos tienen signos de angiopatía amiloide cerebral. Así que ya lo sabe: antes de tomarse una aspirina que le hagan pruebas médicas para descartar que esté en un grupo de riesgo. Sobre todo si ha superado ya cierta edad.

Alimentación Sana
07/08/09

La depuración del cuerpo es importante para eliminar las toxinas que en la mayoría de los casos alteran nuestra Salud.

Muchas de estas toxinas son acumuladas durante años en nuestro organismo y terminan por originar una serie de enfermedades.

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Desequilibrios organicos: causa y efectos

Lo que habitualmente llamamos enfermedad, es solo un síntoma del estado de desequilibrio al cual hemos llevado a nuestro organismo. En sí mismo, el cuerpo humano tiene gran cantidad de maravillosos mecanismos para resolver problemas al que puede verse expuesto: excesos, carencias, toxicidad, etc. Pero el moderno estilo de vida se las ha ingeniado para colapsar esa increíble capacidad de adaptación y malograr nuestra natural capacidad de adaptación a los inconvenientes.

Comprender esto, representa el cincuenta por ciento de la solución de nuestros actuales problemas de salud. Y ese es el objetivo de esta publicación: que el lector entienda cómo él mismo ha generado tal situación de desequilibrio y -por sobre todo- cómo él mismo puede remediar tal problema en la medida que retorne a los hábitos saludables que nunca debió abandonar.

En esto no hay misterios, ni tampoco soluciones mágicas. Los errores se generan principalmente por ignorancia. En la medida que sepamos como opera la inmensa inteligencia corporal y comprendamos sus mecanismos, veremos que es muy sencillo jugar a favor (y no en contra) de nuestra propia naturaleza humana. También entenderemos que no habrá medicamento alguno que pueda remediar nuestros problemas, mientras no dejemos de boicotear nuestro organismo con hábitos que van en contra de las leyes naturales.
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inicio

La intoxicación cotidiana

Inicialmente debemos comprender como funciona el mecanismo de la intoxicación cotidiana. Si diariamente incorporamos más tóxicos que los que podemos evacuar, no necesitamos ser científicos para entender que la acumulación de venenos acabará por generar un colapso. Esa es la génesis de la mal llamada enfermedad: desde un eccema hasta un cáncer, todo responde al mismo mecanismo de generación. Solo difiere el grado de toxemia y el órgano por donde el organismo expresa su claudicación.

En esta lógica de funcionamiento corporal, es importantísimo el rol que cumple la correcta nutrición (por ello otras dos publicaciones se ocuparán del tema), pero de poco servirá una alimentación equilibrada en un contexto de colapso orgánico. Veremos luego que hasta el mejor de los nutrientes puede no ser aprovechado como consecuencia de estar atrofiados los mecanismos de la química corporal por el colapso tóxico.

Síntomas como cansancio, insomnio, cefalea, manchas en la cara y el cuerpo, hormigueos, etc.), pueden ser manifestaciones de intoxicación reciente o acumulada.

Existen dos tipos de toxinas:

- Toxinas Exógenos

Son las de origen externo, ingresan al organismo a través de:

La respiración (gases de las fábricas y vehículos, humo de las chimeneas, de los cigarrillos, etc.),
La piel y mucosas (pinturas, insecticidas, etc.)
La vía digestiva (fármacos, alcohol, colorantes artificiales, carnes rojas en exceso, grasas, preservantes, fármacos, entre otros).

- Toxinas Endógenas

Son sustancias elaboradas en nuestro organismo. Pueden estar relacionadas con algunas enfermedades infecciosas como la fiebre tifoidea, hepatitis, diabetes mellitus, entre otras. El stress, ansiedad entre otras, generan toxinas que de alguna forma son dañinas para la salud.

Ejercer nuestro derecho a un óptimo estado de salud, se parece mucho a una mesa asentada en tres patas: todas deben estar fuertes y en equilibrio. Por ello, la tarea de depuración orgánica se potenciará enormemente con un contemporáneo freno al ingreso de nuevas toxinas y aporte de los nutrientes esenciales que faltan. Trabajar separadamente cada aspecto, conspira contra una rápida recuperación de la salud.

La renovación permanente

Esta fuera de discusión el hecho biológico de nuestra constante renovación orgánica. Diariamente estamos produciendo millones de nuevas células que reemplazan a las más viejas. Recientes estudios demuestran que incluso hasta las células cerebrales -consideradas hasta hace poco, elementos perpetuos del organismo- se renuevan periódicamente.

Aunque la gente piense que su cuerpo es una estructura estática que envejece, el organismo está en estado de renovación permanente: a medida que se descartan células viejas, se generan otras nuevas para reemplazarlas. Cada clase de tejido tiene su tiempo de renovación, que depende del trabajo desempeñado por sus células. Las células que recubren el estómago, duran sólo cinco días. Las células de los glóbulos rojos, después de viajar casi 1.500 kilómetros a través del “laberinto” circulatorio, sólo duran alrededor de 120 días antes de ser enviadas al “cementerio” del bazo.

La epidermis -capa mas superficial de la piel- se recicla cada dos semanas. El hígado, el desintoxicante de todo lo que ingerimos, tiene un tiempo de renovación total calculado entre 300 y 500 días. Otros tejidos tienen un tiempo de vida que se mide en años y no en días, pero están lejos de ser perpetuos. Hasta los huesos se renuevan constantemente: todo el esqueleto humano se reemplaza cada diez años en los adultos. Jonas Frisen, biólogo celular del Instituto Karolinska de Estocolmo, ha demostrado que la edad promedio de todas las células del organismo de un adulto puede ser tan sólo de entre siete y diez años. Esto ya lo sabían los intuitivos maestros orientales, pues en los antiguos textos hablaban de un período de siete años para la completa renovación del organismo.

Al principio de cualquier proceso de depuración y desintoxicación pueden experimentarse algunos síntomas, a medida de que toxinas e impurezas son eliminadas del organismo. Entre estos síntomas se incluye un aumento en evacuaciones, así como en la frecuencia de la micción, inflamación en glándulas (de transpiración), manchas cutáneas, síntomas similares a los de la gripe (escalofríos, fiebre, secreciones nasales), o ligeros dolores de cabeza. Aunque estos síntomas pudieran resultar molestos, representan señales positivas de que el organismo ha comenzado a depurarse y desintoxicarse.

La fase depurativa tiene gran importancia en el tratamiento terapéutico, ya que como su objetivo es desintoxicar el organismo y regular alguna de sus funciones, esta prepara al organismo para aprovechar mejor los beneficios de las plantas, y optimizar su acción terapéutica.

Ahora bien, la pregunta del millón es: ¿por qué tenemos órganos defectuosos cuando periódicamente los estamos renovando? ¿Por qué una persona “sufre” del hígado, si sus células viven solo seis semanas y en el arco de un año las habrá renovado por completo? Para encontrar respuestas, debemos por fuerza perder algo de tiempo y comprender como funciona esta unidad orgánica que es la célula. En realidad no es “perder tiempo”, sino invertirlo en conocimientos básicos que nos harán más sanos y menos dependientes de curaciones externas. En la correcta renovación celular encontraremos la clave para recuperar la salud, tarea que sólo nosotros podemos llevar a cabo.

La unidad vital

Así como una colmena se compone de miles de abejas, nuestro organismo se compone de billones de células. Todo se reduce a grupos de células: sangre, huesos, órganos. Si pudiésemos disponer todas las células de un cuerpo humano sobre un plano, veríamos que estamos compuestos por unas 200 hectáreas (la superficie de 200 manzanas de una ciudad) de tejidos celulares. Todo el organismo no es más que un reflejo directo de la eficiencia funcional de estas microscópicas unidades vitales.

Cada célula, independientemente de la función que cumpla en el organismo, tiene similares mecanismos de acción: se reproduce, se nutre, se desintoxica y desarrolla una tarea específica. Esto nos permite entender que, además de la información presente en su material genético, la célula depende de dos factores externos que condicionarán su funcionamiento: la calidad de nutrientes que reciba y la calidad del medio en el cual deba desarrollar su tarea.

Comprendiendo que el organismo humano se origina a partir de un par de células, es sencillo darse cuenta que la calidad del organismo dependerá directamente de la calidad celular; ésta a su vez dependerá de la calidad de nutrientes que tenga a disposición y la calidad del medio en que se mueva. Si bien el primer factor tiene mucho que ver con la nutrición de la persona, ambas variables están condicionadas por el grado de intoxicación del organismo.

Los cincuenta mil millones de células que componen un cuerpo humano, se mueven en un verdadero “mar interior”. El 70% de nuestro cuerpo es agua; fundamentalmente sangre, linfa y líquido intracelular. Antiguamente se los llamaba “humores” corporales; hoy se habla de “terreno”. Dado que la mayoría de las células (tejidos) no pueden desplazarse o lo hacen localmente, la calidad de dicho terreno es fundamental para asegurar, tanto la correcta nutrición como la eficiente evacuación de los desechos que las células generan.

Cien mil kilómetros de capilares sirven para irrigar aquellas doscientas hectáreas de tejidos celulares. Pese a disponer de pocos litros de fluidos, el cuerpo esta preparado para cumplir esta delicada función gracias a tres variables: la velocidad de circulación, la irrigación diferenciada y la calidad de estos fluidos. La sangre fluye a gran velocidad por la red de capilares, tardando solo un minuto en dar una vuelta completa al cuerpo. Por su parte, no toda la red de capilares esta llena al mismo tiempo; sólo las partes más activas disponen de abundante irrigación: los músculos cuando trabajamos, el cerebro cuando pensamos, el estómago cuando digerimos, etc. Aquí comprendemos rápidamente dos cosas muy útiles: la importancia de la calidad del sistema circulatorio y lo contraproducente que resulta hacer varias cosas al mismo tiempo.

Dado que un pequeño volumen de fluidos corporales debe atender las necesidades de tanta cantidad de tejido celular, no basta con un eficiente sistema circulatorio y un sistema de irrigación diferenciada. Aquí aparece el tercer factor necesario para la correcta función celular: la limpieza de los fluidos. Por lo tanto, uno de los principales objetivos del organismo, será mantener la pureza de los líquidos internos. Estos fluidos, como si fueran una red cloacal, reciben los desechos generados por billones de células; además, millones de células muertas son volcadas cada día a la sangre y la linfa. A todo esto se suman la multiplicidad de venenos y sustancias tóxica que ingresan al cuerpo por medio de las vías respiratoria, digestiva y cutánea.

Los organos depurativos

Para hacer frente a semejante tarea, el cuerpo dispone de varios órganos especializados en esta función y que luego analizaremos en detalle: intestinos, hígado, riñones, piel, pulmones, bazo, etc. Son los llamados emuntorios. Cuando todos trabajan en modo normal y el volumen de desechos no supera la capacidad de procesamiento, el “terreno” se mantiene limpio y las células pueden funcionar correctamente. Esto significa que estamos en presencia de un organismo eficiente y, por ende, de una persona saludable, ágil y vital.

Pero si los desechos superan la capacidad de los emuntorios y éstos comienzan a funcionar deficientemente, entonces el “terreno” comenzará a cargarse progresivamente de toxinas y el funcionamiento orgánico se irá degradando paulatinamente. La sangre se pondrá densa y circulará más lentamente por los capilares. Los desechos que transporta la sangre, penetrarán en la linfa y en los sueros intracelulares. Más tiempo dura esta situación, más se ensucian los fluidos. Llega un momento en que las células están sumergidas en una verdadera ciénaga que paraliza los intercambios. El oxígeno y los nutrientes no pueden llegan a las células y éstas experimentan graves carencias.

Por su parte, los residuos metabólicos que evacuan las células, al no circular, aumentan aún más el grado de contaminación de los fluidos. Los desechos comienzan a depositarse en las paredes de los vasos sanguíneos, reducen su diámetro y esto disminuye aún más la velocidad de circulación e irrigación. La acumulación de toxinas tapona los emuntorios, congestiona otros órganos y bloquea las articulaciones. Los tejidos se irritan, se inflaman y pierden flexibilidad (se esclerotizan).

En este contexto, las células no pueden realizar su tarea específica y tampoco los órganos por ellas compuestos. Estamos en presencia de una persona enferma, desvitalizada y anquilosada. El tipo de enfermedad dependerá simplemente de cuales órganos se encuentren mas afectados y en que grado. El espectro puede ir de una bronquitis crónica a un cáncer.

Esto nos permite entender, ante todo, el valor relativo de los modernos diagnósticos que sugieren la focalización del problema en una parte pequeña de nuestro organismo. Nunca puede estar mal una parte y bien el resto. Esa parte defectuosa es solo la expresión más aguda del estado general del organismo. Por ello vemos también la inutilidad de luchar contra un síntoma. Sí, es correcto aliviar el sufrimiento puntual, pero sin olvidarnos que debemos operar sobre todo el contexto corporal. Estos procesos degenerativos no se producen de la noche a la mañana, ni son la consecuencia de un solo exceso: requieren años de acumulación.

Una anécdota familiar -que pese a mi niñez, quedó grabada a fuego en la memoria- sirve para ejemplificar cuan a menudo la ciencia tradicional pierde la visión de conjunto, al focalizarse en las partes del organismo. Un tío estaba internado desde hacía varios días y su estado no hacía más que empeorar, pese a que estaba en mano de equipo de renombrados médicos que intentaban distintas terapéuticas farmacológicas. Como su estado se hacía cada vez más grave, vino a verlo desde lejos su madre. Esta anciana norteña, mi bisabuela, tenía mucha sabiduría intuitiva y unos ojos vivaces. Apenas entró al cuarto del enfermo, mis tías, con la ayuda del médico presente, le pasaron las novedades, destacándole la impotencia pese a los infructuosos y costosos intentos realizados.

En medio de tanta terminología médica y palabras difíciles, mi bisabuela preguntó con su característico acento guaraní: ¿Cuánto hace que no va de cuerpo este muchacho? El silencio fue sepulcral. Dilatadas miradas se cruzaban en el aire y nadie tenía respuesta. Hacía una semana que el tío no movía los intestinos… y nadie había reparado en ello!!! Demás está decir que tras una voluminosa enema, comenzó el rápido proceso de recuperación del tío, quién fue dado de alta días después.

El terreno lo es todo

En el lecho de muerte, Louis Pasteur -demonizador de los virus- intentó enmendar su error, al afirmar: “El virus no es nada, el terreno lo es todo”. Pero su declaración póstuma pasó y pasa inadvertida. Como pasa inadvertida la afirmación básica de la medicina natural: “La causa profunda de todas las enfermedades es la suciedad del terreno producida por la acumulación de desechos”.

Como hemos visto, los desechos orgánicos no se depositan en un solo lugar, sino que circulan por todo el cuerpo. El organismo todo sufre la sobrecarga, pero como cada persona tiene su punto débil, es allí donde aparecerá la crisis visible y dolorosa. Lamentablemente, terapeuta y paciente por lo general olvidan esta realidad, enfocándose en los síntomas y olvidando las causas primarias.

El moderno concepto de diagnóstico sirve sólo para rotular el barómetro de una caldera a punto de explotar por exceso de presión. Es inútil ocuparse del barómetro. Por sentido común, debemos disminuir la presión de la caldera. Aliviada la presión, el barómetro, por sí mismo dejará de indicar el estado de emergencia.

Llevando la analogía a nuestro automóvil -mecanismo sencillo de comprender y al cual generalmente le brindamos mejores atenciones que a nuestro organismo, tal vez porque aquel nos costó esfuerzo y éste fue un regalo de la existencia- es como si viajando en ruta, se nos enciende la luz roja de presión de aceite. ¿Qué hacemos? El sentido común diría, detenernos de inmediato e investigar la causa que originó el problema: falta de lubricante, problema de la bomba de aceite, rotura del carter, etc. Resuelto el inconveniente, arrancamos el motor y vemos que la luz roja se apaga por sí sola.

En cambio ¿qué hacemos cuando algo similar sucede en nuestro organismo? Por lo general, desenchufamos el bulbo de la luz roja. O sea, buscamos una “pastillita mágica” que apague el indicador de alarma: algo que baje la presión, el colesterol, la glucosa o cualquier otro parámetro fuera de norma, sin preocuparnos de revisar la causa que activó la alarma. Si obramos así en el automóvil, ¿qué sucederá? Inicialmente seguiremos como si nada, confiados por no ver más la luz roja. Pero unos kilómetros después sobrevendrá el desastre: el motor claudicará. Esto es inexorable en la mecánica vehicular... y también lo es en la lógica del funcionamiento corporal.

Esto es sencillo de corroborar en la experiencia práctica. ¿Cómo es que un simple drenaje de toxinas pueda provocar la remisión de distintos síntomas en una persona, por diferentes que éstos sean? La concepción de la enfermedad como resultado de la sobrecarga tóxica, no se opone a la concepción microbiana, donde todo parece ser consecuencia de la acción de virus y bacterias. Pero es lícito preguntarse: si los microbios son tan letales, ¿cómo es que ciertas personas sucumben ante ellos y otras tienen reacción nula? Los microbios no son más que huéspedes de un terreno sobrecargado. Podrá argumentarse que todo depende de la fortaleza del sistema inmunológico en cada persona, pero como veremos luego, la eficiencia de nuestro sistema defensivo, como todo órgano integrante del cuerpo, es consecuencia directa del estado de limpieza de nuestros fluidos internos. O sea: el terreno lo es todo.

Dsalud
10/08/09

La repentina aparición de una gripe que afecta con virulencia a los seres humanos y cuya causa se achacó primero a los cerdos y luego decidió llamarse simplemente “A” fue presentada como algo tan grave que se anunció una posible pandemia capaz de causar millones de muertos si no se actuaba con premura. Una afirmación que el tiempo ha desmentido rápidamente. A nosotros, de hecho, lo que realmente nos ha llamado la atención es la cantidad de “casualidades” que rodean este asunto y comprobar lo fácil que resulta asustar a la población y modificar sus hábitos de vida gracias a la incomprensible actitud acrítica –una vez más- de la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Cuando lo único constatado en este caso es que de nuevo hay implicadas algunas multinacionales farmacéuticas que, en plena crisis, se están haciendo de oro. Lo afirmamos: todo esto huele muy mal.

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A finales de abril pasado los medios de comunicación de todo el mundo comunicaban al unísono que acababa de ser detectado un nuevo virus de la gripe –esta vez de origen porcino en lugar de aviar- capaz de provocar una epidemia que podía acabar con las vidas de millones de personas si no se actuaba con premura. Keiji Fukuda, director en funciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), llegaría a afirmar sin ruborizarse el 7 de mayo que “muy probablemente un tercio de la población mundial sufrirá la nueva gripe en el 2010”. Y se quedó tan ancho. Sin un sólo dato que avalase ese pronóstico. Posteriormente fuentes de la propia OMS asegurarían que esa estimación se basaba “en experiencias previas” recurriendo a explicar lo que pasó con la denominada gripe española para justificarse. Obviamente Internet se llenó de inmediato de preguntas sin respuestas –las que no se hacían muchos periodistas- sobre el cómo, el cuándo y el por qué de esta epidemia. Con lo que enseguida comenzaron a conocerse datos que, una vez unidos, apuntaban a que tal virus no podía ser natural sino creado artificialmente y difundido a propósito. Así lo denunciaron algunos científicos -a los que casi nadie quiso escuchar- entre los que se encontraba el conocido investigador Leonard Horowitz -master de salud pública en Harvard y autor del libro Virus emergentes: Sida y Ébola. ¿Naturaleza, accidente o intención? (1996)- quien en pocos días se convirtió en portavoz de una cada vez más extendida corriente de opinión que sostiene que el virus ha sido creado en algún laboratorio. Finalmente a los medios nos les quedó más remedio que contarlo cuando el científico australiano Adrian Gibbs -de 75 años- afirmó en una entrevista que las características genéticas del virus A/H1N1 hacen suponer que ha sido cultivado en huevos, método utilizado habitualmente en los laboratorios. ¿Y por qué esta vez se hizo caso a alguien que no comulgaba con la versión oficial? Pues porque se trataba de un científico con 45 años de experiencia en este terreno que participó en el desarrollo del antiviral Tamiflu -que pronto empezó a venderse como rosquillas a pesar de que no ha demostrado eficacia alguna- y formó parte del programa que ha trazado los orígenes del virus al analizar su huella genética. Eso sí, desde la OMS lo descalificaron de inmediato. En apenas unos días ya habían investigado tanto como para quitarle la razón. Inaudito para cualquier virólogo medianamente serio. Claro que la OMS está al servicio de la industria farmacéutica y no de los ciudadanos como en esta revista se ha denunciado hasta la sociedad.

VIRUS QUE VAN Y VIENEN

Quien por cierto debe saber bastante de la “nueva” gripe es el doctor James S. Robertson -bioingeniero líder en la producción de vacunas en Inglaterra y asesor de la Agencia Europea del Medicamento y del Centro para la Detección de Enfermedades estadounidense- porque Horowitz afirma que ayudó a la empresa Novavax a modificar genéticamente los virus de la gripe española (H1N1), la gripe aviar (H5N1) y la gripe porcina a fin de crear otro virus prácticamente idéntico al que comenzó su expansión por Estados Unidos y México bajo el nombre de Gripe A. Afirmación de Horowitz que está avalada por datos. Y es que Robertson tiene patentadas las técnicas genéticas para crear los virus H1N1 y H5N1 y desarrollar las correspondientes vacunas para la empresa Novavax habiendo renunciado a cobrar royalties… hasta que estén en el mercado. Derechos que según Horowitz valdrían si finalmente se comercializaran cientos de millones de euros ya que los gobiernos se verían “obligados” a comprarla. No por una posible pandemia sino por la infodemia, es decir, por la epidemia de miedo creada por los medios de comunicación que han hecho una gigantesca campaña –gratuita- que sin duda sirve para animar a todo el mundo a que se vacune.

Además Robertson es jefe del Departamento de Virología del Instituto Nacional de Estándares y Controles Biológicos (NIBSC) del Reino Unido –entidad similar a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) norteamericanos- y ya en una reunión del 2006 en la que se debatían los estándares de los virus de la gripe -dirigida obviamente por la OMS- se desveló que el NIBSC “estaba involucrado en las pruebas para la preparación de vacunas contra el virus de la gripe y la coordinación europea de selección de las cepas que se usarían para prepararlas”. Algunos participantes han revelado que miembros de la propia Agencia Europea del Medicamento (EMEA) presionaron para que las farmacéuticas tuvieran en cuenta posibles pandemias e invirtieran en vacunas bajo el paraguas de “modelos de documento”, sutil forma de llamar –para despistar según Horowitz- a “los virus de la gripe diseñados mediante bioingeniería” conocidos también como “biosimilares”. Horowitz añade que la EMEA ha llegado a establecer “cuotas" para la producción de vacunas y así estimular a las farmacéuticas a que inviertan en “biodefensa”.

Es más, el 27 de abril del 2006 Robertson declaró públicamente que estaba a favor de “preparar a la población mundial para la inminente propagación de virus mediante la creación de biosimilares”. Y lo manifestó en una publicación -en colaboración, ¡cómo no!, con la OMS- en la que alertaba de que había que hacerlo “antes de que la pandemia llegue al Reino Unido u otros países”. Lo singular es que el link a esa información no sólo fue pronto bloqueado sino que bloqueaba el navegador.

Cabe agregar que la aparición del virus de la “gripe A” ha permitido afortunadamente conocer un trasiego de virus y vacunas por el mundo que nadie hubiera sospechado. Un mes antes de la alerta –concretamente el pasado 5 de marzo- la web independiente norteamericana Prisonplanet.com ya denunciaba por ejemplo el comportamiento oscurantista del laboratorio Baxter Internacional. Resulta que esta empresa -con sede en Illinois (EEUU)- fue sorprendida por el Laboratorio Nacional de Microbiología de Canadá enviando virus de la gripe aviar mezclados con material médico de vacunación ¡a distribuidores de 18 países! El “error” fue tan grave que las muestras contaminadas llegaron a Alemania, Austria, Eslovenia y la República Checa haciendo que los periódicos de este último país no dudaran en preguntarse “si no estaría tratando ese laboratorio de crear una pandemia”. En un artículo firmado por Paul Joseph Watson para Prison Planet este periodista se preguntaba: “¿Cómo puede esa empresa haber mezclado accidentalmente virus de la gripe aviar H5N1 -una de las más mortíferas armas biológicas de la Tierra con un 60% de tasa de muerte- con material de vacunación?”

Al principio Baxter –que, por cierto, nada más darse a conocer la existencia de la gripe porcina anunció para estupor de los expertos que en unos meses podía tener lista una vacuna para ella- respondió con evasivas a la lógica alarma social. Es más, por insólito que parezca invocó “secretos comerciales” para no revelar cómo habían sido contaminadas las vacunas con el virus H5N1. Luego, cuando la presión de la opinión pública aumentó, afirmaría que los lotes con virus H5N1 puros fueron enviados “por accidente”. Posteriormente se sabría que en realidad se trataba de un biosimilar elaborado con los virus H5N1 y H3N2 (el de la gripe estacional). Pero, ¿por qué esa mezcla vírica? Prison Planet lo explicaría: el H5N1, en su forma pura, ha matado a cientos de personas pero a nivel aéreo es difícil que se propague. Sin embargo, la gripe estacional sí lo hace y, por tanto, la mezcla aseguraría que el nuevo virus se propague fácilmente. Se lograría, en suma, un potente “super-airbone”. Es decir, un arma biológica mortífera. Un artículo publicado en Canadian Press lo explicaba: ‘Mientras el virus H5N1 no infecta fácilmente a la gente el H3N2 sí lo hace. Si alguien se expone pues a una mezcla de los dos se infectará simultáneamente con ambas cepas y la persona servirá de incubadora para un híbrido del virus capaz de transmitirse fácilmente entre las personas”. Bueno, pues sepa el lector que muchas de las fuentes del artículo de Prison Planet han desaparecido de Internet. ¿Cree que es mera coincidencia?

Pues si así lo cree quizás piense que tampoco este otro acontecimiento está relacionado: el pasado 26 de abril -es decir, dos días después de declararse la “epidemia”- estalló en un tren que circulaba por Suiza un recipiente que contenía ocho frasquitos, cinco de los cuales contenían ¡el “virus de la gripe porcina” hoy llamado Gripe A! El recipiente iba destinado al Centro Nacional de Gripe de Ginebra. Todos ellos estaban sellados herméticamente y se mantenían a baja temperatura al estar refrigerados con dióxido de carbono sólido (lo que se conoce como “hielo seco”). Las autoridades explicarían a la prensa que la explosión se produjo debido que al haberse colocado de forma errónea en el contenedor de transporte el hielo seco se evaporó y ello causó “un exceso de presión” siendo eso lo que hizo que el estallara. Eso sí, lo hizo muy poco antes de que el tren llegase a la estación suiza de Friburgo. Por supuesto, pura casualidad.

Y he aquí otra más: tres días antes, el 23 de abril y por tanto un día antes de declararse la pandemia, el periódico local de la localidad de Frederick (Maryland, EEUU) informaba de que tres frascos potencialmente peligrosos habían desaparecido de las famosas instalaciones de Fort Detrick. Por lo que -como contaría la propia CNN- el ejército estadounidense decidió abrir una investigación por si se trataba de una posible acción de cariz terrorista. La agencia Europa Press informaría de ello en España explicando que “miembros del Comando de Investigación Criminal del Ejército han visitado el laboratorio de Fort Detrick, en la ciudad de Frederick, para investigar la desaparición de los frascos. El portavoz del comando, Christopher Grey, indicó que por el momento ‘no hay pruebas de actividad criminal’”.

¿Y qué contenían los recipientes robados? Pues muestras del virus que causa la Encefalitis Equina Venezolana (EEV) que afecta a los caballos ¡y se puede transmitir a los humanos a través de los mosquitos! En el 97% de los casos los humanos que se infectan presentan mucha fiebre siendo mortal en el 1%. La portavoz del Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército, Caree Vander Linden, tranquilizaría a la población diciendo que existe vacuna contra ese virus y no ha habido en Estados Unidos ningún brote desde 1971. Pues bien, las muestras desaparecidas se custodiaban desde hacía más de una década en uno de los laboratorios de ese instituto -que es, téngase muy en cuenta, la principal sede de investigación biológica del ejército norteamericano- y hasta el 2004 se encontraban -entre miles más- bajo el control de uno de los científicos de más alto rango… hasta que se jubiló. Sería de hecho el experto que le sustituyó, al hacer inventario recientemente, quien se dio cuenta de que las muestras habían desaparecido. Y no hay que ser muy listo para entender que si esos virus no se “robaron” para usarlos en un atentado biológico es porque su objeto es trabajar con ellos en investigación?
Bueno, pues Horowitz ha acusado directamente a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de tener acuerdos con Novavax para crear virus biosimilares al de la gripe. Es más, ha llegado a asegurar que Novavax ha obtenido sus biosimilares de un especialista en gripe del CDC llamado Ruben O. Donis que en su día trabajaba allí con Rick Bright, ¡actual vicepresidente de Novavax para programas de gripe globales! Obviamente que tanto el centro de producción de armas biológicas de Estados Unidos de Fort Detrick como el laboratorio de Novavax estén en la localidad de Bethesda a pocos kilómetros uno del otro es pura casualidad.

Aunque Horowitz no parece ser de la misma opinión porque no ha dudado en afirmar con contundencia que esas dos personas son las responsables de los “indicadores genéticos de la gripe A” que se extiende hoy por todo el mundo. Y que ésa es la razón y no otra de que el virus se detectara con tal prontitud.

“Ese grupo de gente –acusa rotundo- es la que cogió pollos infectados por la gripe asiática, se los llevó a Europa, extrajeron su ADN, combinaron sus proteínas con los de la gripe española de 1918 -también creación artificial- y con genes de la gripe porcina haciendo ‘ingeniería inversa’ para que afecte a humanos y crearon el nuevo virus”.

Horowitz explica luego que la versión oficial pretende hacernos hacer creer que tales virus se han podido mezclar aleatoriamente merced a una mutación espontánea pero la verdad es que los virus del cerdo y las aves solo afectan a esas especies y, por tanto, ¡no se pueden mezclar naturalmente!
Leonard Horowitz, tras seguir el rastro de la creación del virus de la llamada Gripe A, afirma que su camino se inició en Gran Bretaña pasando luego a Estados Unidos y llegando por fin a México.

LA VERSIÓN “OFICIAL”

La versión que al principio se dio sobre el inicio de la epidemia para avalar que era natural y casual es que se trataba de un virus procedente de cerdos –de ahí que se hablara de “gripe porcina”- que infectó a varias personas en una granja llamada Carroll sita en Perote -localidad del estado mexicano de Veracruz- que pertenecía –¡oh casualidad!- a una ¡empresa norteamericana! de alimentos: Smithfield Foods Inc. Resulta que una agente municipal de La Gloria -poblado del municipio de Perote- llamada Bertha Crisóstomo había solicitado ayuda a la Secretaría de Salud de México porque el 60% de los 3.000 habitantes del poblado -unas 1.600 personas- tenían problemas respiratorios y gastrointestinales parecidos a los que causa una gripe (fiebre, tos, dolor en las articulaciones, jaquecas intensas y, en algunos casos, vómitos y diarrea). Claro que el problema venía de lejos porque hacía ya tiempo que los ecologistas de la zona habían organizado protestas al achacar los problemas de salud de sus habitantes a la granja. Solo que el resultado fue el habitual donde el que tiene el dinero tiene el poder: la empresales acusó a ellos del delito de difamación. Y si el asunto no se enterró fue porque al ir creciendo la Secretaría de Salud de Veracruz, que hasta entonces había negado la existencia de problemas, terminó reconociendo que podía tratarse de un brote de gripe ya que habían detectado dos casos positivos: un caso de virus tipo B –estacional pues- y otro en un niño llamado Édgar Hernández Hernández- que tenía la cepa H1N1. ¡El virus de la fiebre porcina!

Bueno, ¿y quién acudió a confirmarlo? Pues ¡una consultora estadounidense dedicada a biovigilancia!: Veratect Corporation. Aún hoy asombra lo rápido que identificaron ese virus; cualquiera diría que sabían lo que estaban buscando. En suma, se había descubierto un peligroso virus transmitido a un humano por cerdos que terminaría extendiéndose por medio mundo. Lo extraño es que se trataba de cerdos que habían sido vacunados contra la gripe porcina. Y que no estaban enfermos. Jesús Hernández, responsable del Laboratorio de Inmunología del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo de México y especialista en enfermedades virales, afirmaría que no habían encontrado evidencia alguna de que las piaras de la zona estuviesen contagiadas. “Hemos analizado los virus de la gripe A/H1N1 que tienen los cerdos aquí al noroeste de México y no hemos visto ninguna relación genética con el nuevo virus que está afectando a los humanos. Al comparar la secuencia genética hemos confirmado lo que ya esperábamos puesto que los animales no se están viendo afectados por esta gripe”. Y agregaría:“Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos emitieron una nota en la que manifestaban que es probable que los primeros casos se diesen en California a mediados de marzo cuando se detectó un caso de gripe atípica y,a partir de ahí, se extendiera a través de la inmigración mexicana”.

En pocas palabras: la propia OMS aseguró que la epidemia actual había empezado en una granja de México cuyos cerdos estaban sanos, que se contagiaron cientos de personas por ello y que en apenas unos pocos días ese contagio se transmitió a medio mundo porque como todos sabemos la gente pobre de los pueblos más pequeños de ese entrañable país viaja mucho y a menudo al extranjero en avión.

Bueno, pues tamaña estupidez se la tragaron casi todos los grandes medios de comunicación. Pero no todos los científicos: hay algunos que no se dejan sobornar. Y como éstos se pusieron a investigar la OMS tuvo que admitir que no era la gripe porcina, que el responsable era otro virus al que iban a llamar “gripe A” y que nos olvidáramos de los cerdos y de su potencial peligro. ¿Que luego hay gobiernos que no se enteran y hacen como el ruso que prohibió importar cerdo español? Es que ya se sabe que los rusos no se enteran de nada… La OMS sí. Ésa es de muy fiar. Aunque fuera la que dijese que se trataba del virus de la gripe porcina.

¿Y LOS CHEMTRAILS?

Ahora bien, si no era el virus de la gripe porcina y no se transmitió por contagio de los viajeros que han salido por avión desde México, ¿cómo hay tanto virus de la ahora “gripe A” suelto? ¿Y por qué todos los periodistas de prensa, radio y televisión han seguido hablando durante días y días del peligro de viajar a México y de los cerdos? La verdad es que preferimos no responder a esa pregunta.

Sí vamos a hablar en cambio de lo que a principios de abril –antes de que todo este asunto estallara- contó en un conocido programa radiofónico norteamericanollamado La hora del poder una informadora anónima que sólo aceptó decir que estaba “adscrita a una agencia gubernamental norteamericana”. Porque aquella mujer, con tono seguro dentro del normal nerviosismo de quien no está acostumbrado a hablar a través de un medio de comunicación de masas, dijo que en aquellos momentos se estaba produciendo “un movimiento sospechoso de cepas de virus de gripe aviar” entre varios estados norteamericanos que acabó en Maryland. La informante agregaría que unos camioneros a los que conocía le habían dicho que les habían pagado 18.000 dólares por transportar unos cientos de kilómetros cámaras frigoríficas con material. Y aseguraría: “Esta información la tiene el FBI y otras agencias gubernamentales porque se va a celebrar un simulacro de atentado biológico”.

El caso es que esta información circuló por Internet a principios de abril pero se asegura que la llamada original era de meses atrás. Es más, en un momento de la charla con el periodista la informadora anónima matizó su información admitiendo que en realidad “podrían ser vacunas” pero aclarando que a su juicio eso no cambiaba la situación ya que en tal caso estarían destinadas a un tratar un problema provocado. Terminaría contando que ese material sería luego embarcado en aviones que iban a dedicarse a extender los virus desde el aire en zonas determinadas.
Esta información estuvo colgada en inglés en Internet pero fue censurada del servidor de vídeos Youtube en varias ocasiones. Como lo fue también la versión traducida al español por el catalán de origen anglosajón Colin Lander en otro canal llamado Vimeo.

Debemos agregar que esta denuncia puede estar a juicio de algunos investigadores relacionada con la gran cantidad de estelas químicas -conocidas como chemtrails- que hubo los días en que se propagó la epidemia -24 y 25 de abril- no sólo en los cielos de México sino también en los de otros como España, uno de los países más afectados por la gripe A. Y configuran un extraño fenómeno nunca aclarado. Chemtrail es una abreviación de la expresión inglesa chemical trail -que significa estela química- y define un tipo de estela cuya condensación no es normal porque es más gruesa y persiste mucho más tiempo lo que permite que se expanda y cruce con otras formando extraños patrones que llegan a veces a cubrir por completo el cielo. Quienes las describieron aseguran que proceden siempre de aviones que sueltan a su paso productos químicos que esparcen a propósito El vocablo lo utilizó al parecer por primera vez el periodista William Thomas en 1999 aunque la primera descripción del fenómeno la dio en 1997 Richard Finke. Oficialmente se consideran simples estelas de condensación o cirros pero ningún gobierno ha querido investigarlo y demostrar que lo de que las generan aviones al soltar sustancias químicas se trata de una falacia.

Lo extraño es que, por ejemplo, suelen coincidir con el inicio de la sempiterna epidemia de gripe de todos los otoños también profusamente anunciada con anterioridad. En suma, ¿es posible que la actual epidemia de gripe A se esté propagando no a través de las personas sino desde los cielos? ¿Por qué unos días los aviones dejan estelas que se deshacen casi de inmediato y otros no siendo la fuerza del viento similar? ¿Cómo se explican las diversas y extrañas formas que configuran muy alejadas de las líneas rectas dejadas por los aviones? Si uno cree que lo que dijo la anónima informante del programa La hora del poder antes mencionada es cierto no cabe descartarlo. Porque bajo el paraguas del secreto de los ejercicios militares hay personas con suficiente poder e influencia en algunos países –y Estados Unidos es uno de ellos- que podrían estar interesadas en hacer algo así.

POLÍTICA, ECONOMÍA Y SALUD

Como antes explicamos en este extraño puzzle de coincidencias temporales destaca en todo caso el informe oficial de Novavax sobre la denominada Gripe A ya que se publicó en colaboración con los CDC ¡en el mismo momento en que las autoridades mexicanas anunciaban la existencia de ese virus! ¡Y ya es casualidad! ¿O no? Pues hay más “casualidades”. Porque resulta que en 1996 se publicó un informe titulado Air Force 2025 elaborado por las fuerzas aéreas estadounidenses en el que se decía que ¡en el 2009 podía haber un brote epidémico que podría costar la vida a 30 millones de personas! Luego, ¿qué pasa? ¿Que los militares estadounidenses tienen una bola de cristal para ver el futuro?

Para el ya citado Leonard Horowitz la respuesta es otra. Para él no cabe ya la menor duda de que el virus de la gripe A fue creado para revitalizar la maltrecha industria farmacéutica provocando una masiva compra de vacunas. Si ha sido así o no evidentemente nosotros no podemos afirmarlo pero lo que sí es obvio es que algunos grandes laboratorios están encantados. El mismo día en que se dio a conocer que había una epidemia –el 24 de abril del 2009- las acciones de los dos mayores contratistas de biodefensa norteamericanos -Novavax y BioCryst Pharmaceuticals- subieron espectacularmente.

El tercer beneficiado fue la firma suiza Roche, fabricante del famoso Tamiflú cuya patente era de Gilead Sciences, empresa que tuvo largos años al ministro Donald Rumsfeld como presidente (vea en nuestra web -www.dsalud.com- el extenso y esclarecedor artículo que con el título La gripe aviar, el Tamiflu y el negocio del miedo publicó Discovery DSALUD en el número 82 correspondiente a abril del 2006) en cuya entradilla decíamos: “Desde que el famoso virus de la gripe aviaria fuera detectado en Vietnam hace ya nueve años no llegan a cien las víctimas mortales que se achacan a la enfermedad en todo el mundo a pesar de lo cual una bien orquestada maquinaria de propaganda ha hecho creer a la población que hay riesgo de pandemia y que un producto llamado Tamiflu –cuyo principio activo se extrae del anís estrellado- es la solución. Una gigantesca mentira que obedece a una estrategia comercial para hacer negocio a costa del miedo. Desvelamos las claves de un tinglado al que están inexplicablemente contribuyendo la práctica totalidad de los grandes medios de comunicación. Hablar de una posible pandemia cuando el virus de la gripe aviaria no se contagia ingiriendo carne de aves infectadas y jamás se ha transmitido entre humanos es una burla”.

Bueno, pues fracasada aquella estrategia basada en una sarta de mentiras que los medios de comunicación se tragaron exactamente igual que ahora esta vez se optó por echar la culpa a los cerdos y repetir la operación pero intentando hacerla mejor. Lo que no parece que vayan tampoco a conseguir a pesar de haber involucrado a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo que entonces no contó esta revista –porque no lo sabía- es que el ecologista, ex candidato a la presidencia de Estados Unidos y Premio Nobel Al Gore fue también socio de Gilead a través de una firma de inversión llamada Kleiner Perkins Caufield & Byers (KPCB).

Y he aquí otro dato difícilmente explicable: un investigador mexicano llamado Alfredo Jalife declaró el pasado 30 de abril a la cadena Telemundo 52 –seis días después de darse la alarma por el entonces virus de la gripe porcina, hoy Gripe A- que el Fondo Monetario Internacional había advertido a los empresarios hacía ya ¡tres años! de la posibilidad de una pandemia de gran magnitud. ¿Alguien nos lo puede explicar?

Y si todo esto aún le parece poco sepa que en el mes de marzo –apenas un mes antes de la alerta por tanto- el presidente francés Nicolás Sarkozy estuvo en México con el presidente Felipe Calderón para apoyar precisamente un acuerdo por el que Francia acordaba invertir en el país hispano cien millones de euros en la construcción de ¡laboratorios para producir vacunas contra la gripe estacional –la causada por el virus de la influenza humana- y las gripes pandémicas –se llama gripe pandémica a la provocada por cualquier tipo nuevo de virus de la gripe para el que las personas no tienen defensas y por ello se supone que existe el riesgo de que cause una pandemia-. Los firmantes del contrato fueron la empresa francesa Sanofis Pasteur y la estatal mexicana Birmex. ¿Otra casualidad que mezcla la creación de remedios para males prefabricados con la política? Y es que más allá de sus repercusiones sanitarias la epidemia de gripe ha servido también para iniciar una agenda oculta de militarización en México que comenzó con la guerra contra el narcotráfico y es calcada a la producida en Estados Unidos tras el 11-S. Como denunciaría el ya citado Alfredo Jalife “el Gobierno de Calderón ha aprovechado la pandemia para promover la militarización de la salud”. Y es verdad; incluso intentó postergar las elecciones. Y con la excusa de la lucha contra el narcotráfico logró aprobar el 23 de abril, en pleno proceso de la infodemia, una ley que restringía las libertades. Llamada Ley de la Policía Federal otorgaba a la policía potestades para:

-Intervenir por su cuenta llamadas telefónicas.
-Intervenir e incluso retener correos electrónicos.
-Utilizar agentes sin uniforme si lo precisa la investigación.
-Poder solicitar a las empresas privadas información personal de sus clientes.
-Realizar acciones de vigilancia, identificación, monitoreo y rastreo en Internet con el fin de prevenir conductas delictivas.

En suma, una especie de Patriot Act mexicana similar a la aprobada por el gobierno de George Bush tras el atentado del 11-S que desarrolló el vicepresidente Dick Cheney.

Unos días después -apenas una semana antes de que el brote estallara- Felipe Calderón se reunía privadamente con el presidente Barack Obama. Y poco después el Fondo Monetario Internacional (FMI) ofrecía un préstamo de 45.000 millones de dólares a México que podría usar sólo “en casos de emergencia”. Por tanto, también hay videntes en el FMI.

Claro que como explicó el conocido periodista estadounidense Alex Jones “el brote de gripe es bueno para el Nuevo Orden Mundial”, plan que según muchos analistas tiene como objetivo controlar a la humanidad con un gobierno supranacional dirigido por una élite cuyos miembros ya han expresado desde los años setenta “la necesidad de reducir drásticamente la población mundial”. En esta misma revista se contaba hace apenas dos meses cómo el príncipe Felipe de Edimburgo, marido de la Reina de Inglaterra, había declarado textualmente: “En caso de reencarnarme me gustaría hacerlo en un virus para limpiar la Tierra”. La gente se lo tomó a guasa pero ¿bromeaba o dejaba traslucir su pensamiento? ¿El mismo pensamiento que subyace en organizaciones como el Club Bilderberg, la Comisión Trilateral o el Club de Roma?
¿De qué otra manera se explica la colaboración de muchos dirigentes políticos? El Ministro de Salud británico, Alan Johnson, se permitió el pasado 3 de mayo advertir a la población británica de que “habrá un rebrote de la gripe A este próximo otoño”. No dijo que era una posibilidad, lo dio por hecho: luego o sabe algo que no cuenta o también es adivino. Lo curioso es que Jane Napolitano, la actual Directora de Seguridad Nacional del Gobierno de Obama, parece tener la misma información pues también declaró sin ruborizarse que “esta cepa puede desaparecer en breve pero otra puede aparecer después”.

En suma, como no está habiendo un número de muertos suficiente como para aterrorizar a la gente y lograr que se vacune en masa hay que asustarla con un posible brote posterior aún más peligroso. Y es que se había previsto que el brote actual permitiría vender al menos 600 millones de dosis sólo en Estados Unidos a 20 dólares cada inyección –una inmensa fortuna que hizo que las acciones en bolsa de algunas compañías farmacéuticas subiesen como la espuma- .. ¡y la gente no responde! Así que hay que volver a meterle miedo.

Y A TODO ESTO: ¿REALMENTE ES TAN PELIGROSA LA GRIPE A?

El 20 de mayo la OMS afirmaba que había contabilizado ya unos 8.500 casos de gripe A y que 72 habían fallecido a causa del virus. En todo el mundo. Bueno, pues sepa el lector que en España mueren 520 personas cada año ¡por gripe común! Y unas 20.000 en Estados Unidos. Y se calcula que unas 500.000 en todo el mundo. Cada año, insistimos. ¿Y lo que está provocando la gripe A es motivo de una alerta nivel 5 en la OMS y de una movilización como la actual?

En terminología médica se emplea el nombre de Síndrome Psíquico Colectivo para definir el hecho de que miles de personas sientan de pronto los mismos síntomas que los descritos en los medios de comunicación. Edgar, el niño de cinco años que dicen fue el primer humano contaminado por esta gripe, no debe ver, leer o escuchar medios de comunicación porque se recuperó de su mal ¡comiendo helados! En contraposición, un bebé de 20 meses cuyos padres sí debían hacerlo murió de la misma cepa tras haberle hecho consumir los médicos antivirales en un hospital de Texas (Houston).
El doctor Roberto Giraldo, experto mundial en el sistema inmunitario, recuerda con sentido común que cualquier patología infecciosa requiere de tres condiciones para que se expanda.

1) La presencia del agente infeccioso.
2) Un modo de transmisión.
3) La presencia de un huésped susceptible.

Y afirma claramente que para que alguien sea vulnerable a un virus, un hongo o una bacteria -es decir, para contraer una enfermedad infecciosa- su sistema inmune, sus defensas, tienen que estar muy bajas. De lo contrario es imposible desarrollar una enfermedad infecciosa. De ahí que asevere que “esto último es lo más importante. Y es precisamente lo que no está siendo tratado de forma adecuada por las autoridades. Están transmitiendo la equivocada idea de que todo aquel que esté en contacto con el virus va a enfermar. Ignorando que la inmensa mayoría de las veces los agentes infecciosos son neutralizados por nuestros mecanismos de defensa. La simple intuición y el sentido común enseñan que si uno está fuerte no enferma”.
Así que si quiere protegerse de éste o de cualquier otro virus ¡cuide su alimentación y su cuerpo! No necesita vacunarse para nada. Sólo quieren venderle una vacuna cuya eficacia cuando aparezca jamás se habrá constatado y cuyos efectos secundarios serán imprevisibles.

Sepa para su tranquilidad además que dos investigadores del Lawrence Livermore Laboratory de California (EEUU) acaban de comparar los marcadores de los chivatos genéticos de las epidemias de 1957, 1968 y 1977 concluyendo –lo han publicado en BMC Microbiology- demostrando que la mayor parte de las moléculas que delatan la malignidad no aparecen en el H1N1 surgido ahora en México. “Esta falta de similitudes no significa necesariamente que el actual virus H1N1 no vaya a ser un problema grave pero sugiere que carece de muchos de los atributos que han hecho letales a anteriores brotes”, explicaría Tom Slezak, uno de los autores del trabajo. Por su parte, la viróloga Wendy Barclay -del Imperial College de Londres- ha explicado que las secuencias genéticas del virus apuntan que sólo afecta a las vías respiratorias superiores y no a los pulmones como la cepa de 1918 por lo que a su juicio las consecuencias de la famosa gripe A serán “leves, como las de una gripe normal".

En suma, la afirmación hecha el pasado 19 de mayo por la Directora General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Margeret Chan de que “hay peligro de que la nueva gripe actúe con la aviar y se vuelva más peligrosa” carece de fundamento.

Cabe agregar que la ONU y representantes de 30 laboratorios farmacéuticos establecieron también ese día las bases para iniciar la fabricación masiva de una vacuna contra el virus de la gripe A –ahora llamado A/H1N1 que queda más científico- en el momento en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) “decida si es necesario producirla y con qué contenido vírico”. Porque resulta que la industria tiene ya “prototipos de vacunas preparados a los que sólo habría que añadir las dos o tres cepas predominantes del A/H1N1 que decida la OMS”. Es decir, apenas dos meses después de aparecer el virus de marras ya afirman algunos laboratorios farmacéuticos estar en disposición de fabricar ¡5.000 millones de dosis! según ha manifestado la propia Margaret Chan. No han sido capaces en décadas de fabricar una vacuna eficaz para la gripe común pero en dos meses ya van a poder comercializar vacunas para un virus que acaba de aparecer y del que no se sabe casi nada.

¿Alguien medianamente inteligente se lo puede creer? ¿Huele o no a podrido todo esto?

Nancy Appleton, PhD.
Autora del libro Lick The Sugar Habit (Vence el hábito del azúcar)
Mercola.com
Traducción de Mónica Gómez Santos
18/08/09

Además de desequilibrar la homeostasis del cuerpo, el exceso de azúcar puede acarrear otras consecuencias de importancia. La siguiente lista incluye algunos de los efectos metabólicos del azúcar recogidos de diferentes revistas médicas y otras publicaciones científicas.

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1. El azúcar puede inhibir el sistema inmunológico y debilitar las defensas contra las enfermedades infecciosas.

2. El azúcar destruye el equilibrio de los minerales en el cuerpo: provoca deficiencias de cobre y de cromo, e interfiere con la absorción de calcio y de magnesio.

3. El azúcar provoca una subida rápida de adrenalina, hiperactividad, ansiedad, dificultad para concentrarse e irritabilidad en niños.

4. El azúcar puede producir un aumento significativo del colesterol total y triglicéridos, así como un aumento del colesterol malo y un descenso del bueno.

5. El azúcar causa una pérdida de elasticidad y de funcionalidad de los tejidos.

6. El azúcar sirve de alimento a las células cancerígenas y se le ha relacionado con el desarrollo de cáncer de pecho, ovarios, próstata, recto, páncreas, tracto biliario, pulmones, vesícula biliar y estómago.

7. El azúcar puede aumentar los niveles de glucosa en ayunas, y provocar hipoglucemia reactiva.

8. El azúcar puede debilitar la vista.

9. El azúcar puede causar muchos problemas con el tracto gastrointestinal como: acidez, indigestión, mala absorción en pacientes con problemas intestinales, incremento del riesgo de la enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa.

10. El azúcar puede causar envejecimiento prematuro.

11. El azúcar puede llevar al alcoholismo.

12. El azúcar puede provocar caries, gengivitis y que la saliva se vuelva ácida.

13. El azúcar contribuye a la obesidad.

14. El azúcar puede ser la causa de enfermedades auto inmunes como artritis, asma y esclerosis múltiple.

15. El azúcar favorece el crecimiento descontrolado de la levadura Candida Albicans (infecciones por hongos).38 16. El azúcar puede producir piedras en la vesícula.

17. El azúcar puede producir apendicitis.

18. El azúcar puede provocar hemorroides.

19. El azúcar puede causar varices.

20. El azúcar puede elevar la respuesta de la glucosa y de la insulina cuando se usa la píldora anticonceptiva.

21. El azúcar contribuye a la osteoporosis.

22. El azúcar puede provocar un descenso en la sensibilidad a la insulina, lo que se traduce en niveles anormalmente altos de insulina, y en última instancia, diabetes.

23. El azúcar puede provocar un descenso en los niveles de vitamina E.

24. El azúcar puede incrementar la presión sanguínea sistólica.

25. El azúcar puede provocar aletargamiento y disminución de la actividad en los niños.

26. Una ingesta elevada de azúcar incrementa los productos de glicación avanzada (proceso en el que las moléculas de azúcar se adhieren a las proteínas del cuerpo dañándolas)

27. El azúcar puede interferir en la absorción de proteínas.

28. El azúcar provoca alergias alimentarias.

29. El azúcar puede provocar toxemia durante el embarazo.

30. El azúcar puede contribuir a la aparición de ezcema en niños.

31. El azúcar puede causar artereosclorosis y enfermedades cardiovasculares.

32. El azúcar puede dañar la estructura del DNA.

33. El azúcar pude cambiar la estructura de la proteína y causar una alteración permanente de la manera en la que actúan las proteínas en el cuerpo.

34. El azúcar puede hacer que la piel envejezca debido a los cambios que provoca en la estructura del colágeno.

35. El azúcar puede provocar cataratas y miopía.

36. El azúcar puede provocar efisema.

37. Un alto consumo de azúcar puede desestabilizar la homeostasis fisiológica de los distintos sistemas del cuerpo.

38. El azúcar reduce la capacidad de funcionamiento de las enzimas.

39. La ingesta de azúcar es más elevada en personas que padecen de Parkinson.

40. El azúcar puede aumentar el tamaño del hígado haciendo que las células del hígado se dividan y puede incrementar la cantidad de grasa en el hígado.

41. El azúcar puede aumentar el tamaño del riñón y provocar cambios patológicos en el mismo, como la formación de piedras.

42. El azúcar puede dañar al páncreas.

43. El azúcar puede incrementar la retención de fluidos en el cuerpo.

44. El azúcar es el enemigo número 1 de la motilidad intestinal.

45. El azúcar puede dañar el recubrimiento interno de los capilares.

46. El azúcar puede hacer que los tendones sean más frágiles.

47. El azúcar puede provocar dolores de cabeza, incluyendo migrañas.

48. El azúcar puede reducir la capacidad de aprendizaje, afectar adversamente las notas de los niños y provocar problemas de aprendizaje.

49. El azúcar puede provocar un incremento en las ondas cerebrales delta, alpha, y theta, lo que puede alterar la capacidad de la mente de pensar claramente.

50. El azúcar puede causar depresión.

51. El azúcar puede incrementar el riesgo de padecer gota.

52. El azúcar puede incrementar el riesgo de padecer Alzheimer.

53. El azúcar puede provocar desequilibrios hormonales como: elevado estrógeno en los hombres, síndrome premestrual y disminución de la hormona del crecimiento.

54. El azúcar puede provocar vertigos y mareos.

55. Dietas altas en azúcar incrementan los radicales libres y el estrés oxidativo.

56. Niveles altos de sucrosa en personas con enfermedades vasculares periféricas incrementan de forma significativa la adhesión de las plaquetas.

57. Un alto consumo de azúcar en las adolescentes embarazadas puede conducir a una gestación de duración reducida y está asociada con un incremento del doble en el riesgo de dar a luz a un bebé de bajo peso.

58. El azúcar es una sustancia adictiva.

59. El azúcar puede intoxicar de la misma manera que el alcohol.

60. La ingesta de azúcar en bebés prematuros puede afectar a la cantidad de dióxido de carbono que producen.

61. Reducir el consumo de azúcar puede incrementar la estabilidad emocional.

62. El cuerpo transforma el azúcar en grasa de 2 a 5 veces más que con el almidón.

63. La rápida absorción del azúcar promueve una excesiva ingesta de alimentos en las personas obesas.

64. El azúcar puede empeorar los síntomas de los niños con el síndrome de hiperactividad y de deficiencia de atención (ADHD).

65. El azúcar afecta negativamente la composición de electrolitos de la orina.

66. El azúcar disminuye la capacidad de funcionamiento de las glándulas suprarrenales.

67. El azúcar tiene el poder de inducir procesos metabólicos anormales en un individuo saludable, y promover enfermedades crónicas degenerativas.

68. I.V.s (alimentación intravenosa) de agua con azúcar puede interrumpir el flujo de oxígeno al cerebro.

69. El azúcar incrementa el riesgo de padecer polio.

70. Un alto consumo de azúcar puede inducir crisis epilécticas.

71. El azúcar causa presión alta en personas obesas.

72. En las unidades de cuidados intensivos: limitar el azúcar salva vidas.

73. El azúcar pude inducir muerte celular.

74. En los reformatorios que siguieron una dieta baja en azúcar el comportamiento antisocial descendió un 44 por ciento.

75. El azúcar deshidrata a los recién nacidos.

76. El azúcar causa problemas en las encías.



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