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Tele Cinco
01/10/10

Las farmacéuticas han ayudado a "construir" condiciones médicas como la disfunción sexual en las mujeres con las que desarrollar un mercado global de nuevos medicamentos, según apunta un artículo publicado en el "British Medical Journal".

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Dicho artículo plasma las conclusiones a las que llegó el periodista y académico Ray Moynihan, de la Universidad de Newcastle, en Australia, mientras investigaba para escribir su nuevo libro "Sex, Lies and Pharmaceuticales",

Moynihan cuestiona a la industria farmacéutica por considerar que subvenciona "la ciencia de una nueva condición conocida como la disfunción sexual femenina", refiriéndose a los bajos niveles en la libido, y dice que este sector contribuye al desarrollo de mercados a nivel global para la fabricación de nuevos fármacos.

En sus investigaciones, este periodista y académico descubrió que empleados de la industria farmacéutica habían trabajado con empresas de sondeos de opinión pagadas para ayudar a "desarrollar" la enfermedad.

Según esto, se habrían llevado a cabo encuestas en las que se reflejaba que dicha enfermedad se ha extendido.

El citado académico considera, además, que se han diseñado herramientas de diagnóstico para persuadir a las mujeres de que sus dificultades sexuales merecen "una etiqueta médica" y un "tratamiento".

De esta manera, Moynihan afirma que el marketing de fármacos para tratar la disfunción sexual femenina "está emergiendo en la ciencia médica de una forma fascinante y aterradora".

En esta línea, el experto se pregunta si es necesario encontrar un nuevo enfoque para definir esa enfermedad.

Moynihan cita a un empleado de una empresa que alega que su compañía está interesada en "acelerar el desarrollo de una enfermedad", además de desvelar cómo las farmacéuticas subvencionan sondeos que reflejan una extensión de problemas de tipo sexual y crean herramientas para evaluar a las mujeres por sus supuestos "desórdenes de deseo sexual hipoactivo".

De acuerdo con el citado artículo, muchos de los científicos implicados en estas actividades son empleados de farmacéuticas o tienen intereses económicos en la industria.

A la vez, otros informes científicos llevados a cabo sin subvención alguna cuestionaron si la propagación del desorden por bajo deseo en las féminas ha existido realmente.

La industria farmacéutica también está desarrollando un papel pionero a la hora de "educar" tanto a profesionales como al público sobre esta condición, de acuerdo con el citado experto.

Moynihan cita como ejemplo un curso financiado por la farmacéutica Pfizer diseñado para médicos de EEUU en el que se argumentó que hasta el 63 por ciento de las mujeres sufrían disfunciones sexuales y que la testosterona y el sildenafil (componente del Viagra) podrían ayudarlas combinado con terapias de comportamiento.

"Quizás es hora de revaluar la forma en que el sistema médico define las dolencias comunes y recomienda cómo tratarlas", sugirió.

Por otro lado y con relación a este tema, la doctora Sandy Goldbeck-Wood, especialista en medicina psicosexual, apuntó en un comentario aparte de la publicación del BMJ que "al enfrentarse a una mujer llorando, cuya libido ha desaparecido y que está aterrorizada de perder a su pareja, los médicos pueden sentir una presión inmensa para proveer una solución inmediata y efectiva".

Bitácora Médica
01/10/10

La carencia de los ácidos grasos omega-3 en la dieta occidental propicia depresión y agresividad

Recientes investigaciones realizadas con personal recluso y alcohólicos violentos han descubierto que un déficit en ácidos graso omega-3 propicia el surgimiento de comportamientos agresivos, depresión, suicidios y violencia. Los acidos grasos omega-3, que consumimos sobre todo con el pescado, propician óptimas conexiones neuronales, pero su consumo se ha reducido considerablemente en la dieta de los países desarrollados como consecuencia de los hábitos de vida. A cambio, ha subido el consumo de otros ácidos grasos que impiden conexiones neuronales apropiadas. Las dietas modernas podrían estar cambiando por tanto la arquitectura y el funcionamiento de nuestro cerebro, lo que explicaría en gran parte los niveles de violencia de la población occidental y señala asimismo que estas tendencias son reversibles con sólo un cambio en la dieta diaria.
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Las conductas agresivas podrían tener parte de su origen en una dieta inapropiada, según recientes investigaciones de las que se hace en el periódico The Guardian. Diversas pruebas clínicas realizadas en el Reino Unido y en Estados Unidos han demostrado que la deficiencia nutricional de ácidos grasos omega 3 propicia comportamientos violentos y depresión y que, por el contrario, prisioneros sometidos a un cambio en su alimentación en la que se incluyeron estos ácidos variaron notablemente sus conductas, volviéndose menos agresivos.

Los ácidos grasos omega-3 se encuentran en los pescados azules, el lino o las semillas de calabaza, los cañamones o las nueces, entre otros alimentos. Anteriores investigaciones habían demostrado que el consumo en grandes cantidades de estos ácidos grasos aumenta el tiempo de coagulación de la sangre –evitando las enfermedades cardiovasculares- y tiene efectos beneficiosos sobre el cerebro, disminuyendo los efectos de la depresión e incluso el rendimiento intelectual de niños en edad escolar.

Ahora, los especialistas señalan además que los desórdenes agresivos y depresivos podrían verse aumentados por las deficiencias nutricionales en ácidos grasos omega-3. En concreto, expertos como Joseph Hibbeln, del National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism de Bethesda, en Estados Unidos, escriben en un artículo publicado en la International Review of Psychiatry, que las deficiencias tempranas de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexanoico (tipos de ácidos grasos omega-3), podrían disminuir los niveles de serotonina del cerebro en periodos críticos del desarrollo neurológico, provocando una evolución deficiente de los sistemas de neurotransmisión cerebrales, y limitando el funcionamiento óptimo del sistema límbico y del córtex frontal del cerebro.

Los efectos de estas carencias pueden manifestarse en el comportamiento, con actitudes agresivas y hostiles e incapacidad de controlar el estrés y la violencia en la edad adulta. Esta situación sería en parte reversible si se aumenta el consumo de dichos ácidos grasos.

Identificar los nutrientes


A pesar de que la Organización Mundial de la Salud publicó el año pasado que, en 2020, los desórdenes neuropsiquiátricos supondrían el 14% del total de las enfermedades mundiales, la relación de la nutrición con los desórdenes psiquiátricos ha sido aún poco estudiada, señalan Hibbeln y sus colegas.

La identificación de los nutrientes que podrían ayudar en el tratamiento de tendencias agresivas o depresivas resulta extremadamente útil gracias a su bajo coste y a su potencial aplicación global. Los ácidos grasos omega-3 (en especial el EPA y el DHA) se concentran selectivamente en el cerebro y pueden alterar los procesos neuroquímicos de ciertas enfermedades psiquiátricas graves. Su carencia puede potenciar la agresividad, una lacra social cada vez mayor en Occidente, donde, según los investigadores, nuestra dieta quizá carezca en exceso de este tipo de ácidos grasos.

Presos menos agresivos Las investigaciones realizadas en Estados Unidos y el Reino Unido se hicieron con delincuentes que fueron sometidos a un cambio en su dieta con el fin de comprobar si los nutrientes que consumían podían tener alguna relación con sus actitudes agresivas.

Investigadores del National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, que forma parte del National Institute of Health norteamericano, pusieron anuncios para alcohólicos agresivos en el Washington Post en el año 2001.

Unos 80 voluntarios acudieron a la llamada, se sometieron a un periodo de desintoxicación de tres semanas, y después a la mitad de ellos –elegida aleatoriamente- se le suministraron dos gramos al día de ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA) durante tres meses, mientras que al resto se les dieron placebos. Esta prueba, casi terminada, ha demostrado que los voluntarios que realmente tomaron los ácidos grasos esenciales cambiaron de actitud en mayor medida que los que consumieron el placebo. En el Reino Unido, otro estudio llevado a cabo en una prisión de alta seguridad para jóvenes delincuentes, demostró que los comportamientos violentos podían ser atribuibles, al menos en parte, a deficiencias nutricionales.

La prueba se realizó en la prisión de Aylesbury. En ella, se suministraron a 231 jóvenes presos multivitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales, lo que provocó que el número de delitos violentos registrados dentro de la propia prisión disminuyera en un 37%. El resto de los delitos también se redujo en un 26%.

A raíz de estos descubrimientos, el gobierno alemán ha puesto en marcha un proyecto con el que intentará conocer el efecto de estos suplementos nutricionales en sus propios presos.

Efectos en el cerebro

Según las investigaciones realizadas, los efectos de estos nutrientes en nuestro cerebro pueden explicarse desde el punto de vista bioquímico y biofísico. Las deficiencias de las grasas esenciales que el cerebro necesita, así como de los nutrientes necesarios para metabolizarlas, origina una serie de problemas mentales que van desde la depresión hasta la agresividad.

Los ácidos grasos esenciales no pueden obtenerse más que consumiéndolos, porque el organismo humano no los elabora. Estos ácidos forman parte de la estructura cerebral, y suponen el 20% de las membranas de las células nerviosas. La sinapsis o enlaces de conexión entre las células nerviosas contienen una proporción mayor de ácidos grasos, con un 60% de ácidos grasos omega-3 DHA.

Por lo tanto, resulta esencial para que las señales entre las neuronas circulen de manera eficiente. Si no es así, los neurotransmisores dejan de funcionar como debieran, con un aumento del riesgo de suicidio, depresión y de desarrollo de comportamientos violentos e impulsivos. La sociedad en las que el consumo de ácidos omega-3 se ha mantenido más alto que el de los ácidos omega-6 porque la gente sigue comiendo pescado, como en Japón, las tasas de homicidios y depresión se mantienen bajas.

Las membranas de las células nerviosas de los americanos contenían mayor cantidad de ácidos grasos omega-6, menos flexibles y, por lo tanto, menos propiciadores de las sinapsis, mientras que los japoneses tenían en sus membranas celulares mayor cantidad de ácidos grasos omega-3.

Por lo tanto, el cerebro también padece los efectos de la industrialización. Los cambios en nuestra dieta no sólo afectan a la salud del organismo, sino también a la mental.

La depresión y el Omega 3

”En el año 2006, la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburg determinó que personas saludables con un bajo nivel sanguíneo de Omega-3, tienen más posibilidades de tener cuadros depresivos pasajeros, o ser pesimistas o impulsivos, en relación a los que tienen valores sanguíneos normales de Omega-3.”

Existen estudios que demuestran que pacientes con depresión, la administración de ácido fólico o vitamina B12 junto con el tratamiento antidepresivo es capaz de mejorar su efecto.

En conclusión:

Nos hemos alejado de las formas tradicionales de comer y, naturalmente, nuestro organismo nos pasa una costosa factura que ningún seguro social (por muy bueno que sea) puede solventar exitosamente. Nuestro cuerpo fabrica muchos de sus componentes a partir de otros; otros los requiere tal cual de la alimentación porque no puede elaborarlos por sí mismo; este el caso de los Omega 3.

Se ha comprobado que la Omega 3 ayuda a mejorar todo tipo de enfermedades cardiovasculares (mayor sobrevida para quienes padecieron infartos, normalización del ritmo cardíaco, triglicéridos, colesterol), juegan un papel esencial en la formación del tejido nervioso, el cerebro y la retina del feto y el lactante, mejoran las condiciones autoinmunes (Esclerosis Múltiple, Artritis, Escleroderma, Lupus…) y permiten reducir el consumo de antiinflamatorios esteroides.

Con atención a la selección de nuestros alimentos y a través de los suplementos adecuados podemos como dice el refrán, “cavar la tumba con la boca”.

Psicólogos, psiquiatras y criminalistas de la Universidad de Pennsylvania quienes afirman que los ácidos grasos omega 3 mejoran el funcionamiento del cerebro y pueden reducir el comportamiento violento.

Ya sabemos que la violencia es un fenómeno social muy peligroso, saber que decenas de personas mueren a causa de tiros y golpes, es saber que debemos cuidarnos. Hay que tener muy en cuenta que debemos tratar de reducir la violencia. Debido a los afectos desbastadores que generan lo interno de las familias, pone en peligro la estructura o la forma de la misma, es decir según la formación que se le dé al individuo, así mismo actúa dentro de la sociedad que lo rodea. Nos afecta a todos los miembros de una familia. La auténtica educación tiene como fin el desarrollo integral de la persona; por eso debe proporcionar, además de conocimientos, valores, creencias y actitudes frente a distintas situaciones

Puede ser verdaderamente admirable si pudiera ayudar a mas personas agresivas. Con la ayuda de este tipo de ácidos grasos se puede reducir el número de delitos y las tasas de crímenes en los individuos.

Bitácora Médica
29/09/10

Todo lo que sucede en el cuerpo de la mujer durante el embarazo puede afectar al desarrollo del embrión. Lo psicológico también. Las madres que sufren depresión o ansiedad en la gestación tienen más riesgo de que sus hijos nazcan con bajo peso, un factor que predispone a una mayor mortalidad. La salud mental de la madre influye, según un estudio, más que su estado nutricional o socioeconómico.

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En Bangladesh nacen cada año más de un millón de niños de menos de 2,5 kilogramos de peso. Esto supone una prevalencia del 24%-36%, una de las más altas del mundo. La cuestión del bajo peso al nacer es un importante problema sanitario ya que conlleva un mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades y de morir. Varias investigaciones se han centrado en su posible relación con la salud mental de la madre durante el embarazo pero sus conclusiones son dispares.

La revista ‘BCM Public Health‘ presenta en su último número un nuevo estudio que no sólo establece una relación positiva entre la presencia de depresión o ansiedad durante el embarazo y un menor peso del recién nacido, sino que sugiere que el factor psicológico podría ser un factor primario en este problema neonatal.
Más allá de la pobreza

El trabajo, fruto de la colaboración entre el Instituto Karolinska de Suecia y el Comité para el Avance Rural de Bangladesh, analizó la salud mental de 720 mujeres en el tercer trimestre de embarazo y el peso de sus hijos al nacer. De ellas, el 18% sufría síntomas depresivos y el 26% ansiedad.

“El estudio revela que estas mujeres tenían una probabilidad mayor de dar a luz a bebés con bajo peso“, señalan los autores. “La asociación –continúan- es independiente de los efectos de la pobreza, el estado nutricional de la madre y la asistencia recibida durante el embarazo”.

Pero los autores van más allá al afirmar que “el mal estado nutricional de las madres, la principal causa del bajo peso al nacer en los países pobres, no es necesariamente producto de la pobreza sino de problemas mentales en las mujeres tales como la depresión o la ansiedad”.

Esta afirmación, basada en los resultados de ésta y otras investigaciones, sitúa bajo el foco de atención la salud mental materna durante el embarazo y “proporciona más evidencias acerca del ‘Enigma asiático’”. Esta hipótesis intenta averiguar por qué en la región del sur de Asia (India, Pakistán y Bangladesh, especialmente), por encima de otras zonas aparentemente más pobres como África, es en la que viven las personas con peor estado nutricional.

“Si se quiere alcanzar la meta de reducir la mortalidad infantil, para lo cual es importante atajar el problema del bajo peso al nacer, será necesario tratar la cuestión de los síntomas depresivos y de ansiedad”, concluye el estudio”

Bebes.net
29/09/10

Acido fólico, nutriente importante durante el embarazo. Las futuras mamás deben llevar una alimentación sana y equilibrada, pero muchas veces requieren de complementos vitamínicos para poder cubrir las necesidades alimentarias del bebé que están gestando. El ácido fólico es una de las más importantes y debe comenzar a tomarse antes de quedar en embarazo.

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El ácido fólico es una vitamina del grupo B que interviene en la síntesis del ADN, el mismo previene defectos en el tubo neural, (hidrocefalia, espina bífida, anencefalia) labio leporino y muchos especialistas afirman que puede evitar abortos prematuros, por ello se recomienda realizar una consulta con el especialista.

Se lo debe tomar siempre en ayunas antes de la concepción y luego de quedar embarazada durante las primeras semanas para luego complementar con alimentos que contengan éste nutriente a lo largo de todo el embarazo, ya que es una vitamina muy importante para el desarrollo del bebé.

El ácido fólico se encuentra presente en las legumbres verdes, la lechuga, el berro, las espinacas, los espárragos que se pueden consumir en ensaladas. También está presente en los coles, en losfrutossecos como nueces y almendras y en los cítricos (naranjas, mandarinas y limones). Por lo tanto futura mamá, que no falten éstos alimentos en tu dieta.

Buena Salud
29/09/10

Consumir suficiente cantidad de magnesio con la alimentación podría prevenir la aparición de la diabetes.

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Un grupo de personas que ingirió la mayor cantidad de magnesio a través de los alimentos y suplementos vitamínicos fue un 50 por ciento meno propenso a desarrollar diabetes en los siguientes 20 años que quienes menos cantidad consumieron.

Los resultados del estudio del equipo de Ka He, de la University of North Carolina, Chapel Hill, explicarían en parte por qué consumir granos integrales, que son ricos en magnesio, también está asociado con la reducción del riesgo de desarrollar diabetes.

Pero se necesitan estudios clínicos más grandes para evaluar si existe una relación causal real entre el magnesio y la diabetes, publica la revista Diabetes Care.

Es posible que el magnesio influya porque el organismo lo necesita para que funcionen varias enzimas que lo ayudan a procesar la glucosa. Los estudios disponibles habían obtenido resultados contradictorios.

El equipo analizó el consumo del mineral y el riesgo de diabetes de 4.497 hombres y mujeres, de entre 18 y 30 años; ninguno era diabético. En 20 años, 330 desarrollaron la enfermedad.

Los que más magnesio ingerían (200 mg por cada 1.000 calorías consumidas) eran un 47 por ciento menos propensos a desarrollar diabetes durante el seguimiento que los que menos consumían (100 mg por cada 1.000 calorías).

Los autores observaron también que a medida que aumentaba el consumo de magnesio, bajaban los niveles de varios marcadores de inflamación y la resistencia a los efectos de la insulina, que es la hormona clave reguladora del azúcar en sangre.

Asimismo, a mayor nivel de magnesio en sangre, menor resistencia a la insulina.

"Aumentar el consumo de magnesio mejoraría la sensibilidad a la insulina, además de reducir la inflamación sistémica y el riesgo de diabetes", escribió el equipo.

"Se necesitan más ensayos clínicos de gran escala para demostrar la relación causal y conocer los mecanismos que disparan aquellos beneficios", añadieron los autores.

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