Autism.com
05/05/10
De los 18 estudios que conozco en los cuales la vitamina B6 ha sido evaluada como tratamiento para niños autistas, todos han producido resultados positivos. Este es un resultado excelente, ya que muchas drogas que se han evaluado como tratamientos para el autismo han producido resultados inconsistentes. Si una droga muestra resultados positivos en aproximadamente la mitad de los estudios de evaluación, se considera un éxito y la droga es entonces considerada adecuada para el uso de los pacientes autistas. Sin embargo, a pesar de los hallazgos tan consistentes en la investigación sobre el uso de la vitamina B6 en el tratamiento del autismo, y a pesar de ser considerablemente más segura que cualquiera de las otras drogas usadas en niños autistas, en la actualidad hay muy pocos médicos que la usan o recomiendan su uso en el tratamiento del autismo.
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La investigación sobre el uso de la vitamina B6 con niños autistas comenzó en los años 1960s. En 1966 dos neurólogos Ingleses, A. F. Heeley y G. E. Roberts, reportaron que 11 de 19 niños autistas excretaban metabolitos anormales en la orina cuando se les aplicaba la prueba de carga del triptófano. Al darles a estos niños una sola tableta de 30 mg de vitamina B6 se normalizaba su orina, sin embargo, no se hicieron estudios de comportamiento. Un investigador Alemán, , V. E. Bonisch, reportó en 1968 que 12 de 16 niños autistas habían presentado una considerable mejoría en el comportamiento cuando se les suministraba altas dosis (100 mg a 600 mg por día) de vitamina B6. Tres de los pacientes de Bonisch hablaron por primera vez después de que se les administró la vitamina B6 en este ensayo clínico abierto.
Después de que mi libro Infantile Autism fue publicado en 1964, comencé a recibir cientos de cartas de padres de niños autistas en los Estados Unidos, incluyendo a varios que habían ensayado esta nueva idea de "terapia de mega vitamina" en sus hijos autistas. La mayoría había comenzado experimentando con diferentes vitaminas en sus hijos autistas después de haber leído libros de escritores populares sobre nutrición. Inicialmente me mostré muy escéptico con respecto a la considerable mejoría que reportaban algunos de estos padres, pero a medida que se acumulaba la evidencia mi interés creció. Un cuestionario enviado a mil padres que aparecían en mi lista de correo reveló que 57 de ellos habían experimentado con dosis altas de vitaminas. Muchos de ellos habían visto resultados positivos en sus hijos. Como consecuencia inicié un estudio a gran escala en más de 200 niños autistas, con mega-dosis de vitamina B6, niacinamida, acido pantoténico, y vitamina C, junto con una tableta de vitaminas múltiples especialmente diseñada para el estudio. Los niños vivían con sus padres en diferentes partes de los Estados Unidos y Canadá, y cada uno de ellos fue supervisado médicamente por el médico familiar. (Más de 600 padres se habían ofrecido voluntariamente para el estudio pero la mayoría de estos no lograron superar el escepticismo de sus médicos.)
Al final de una prueba de cuatro meses, la vtamina B6 mostró ser la más importante de las cuatro vitaminas que habíamos investigado, y en algunos casos produjo una mejoría considerable. Entre 30 y 40% de los niños mostraron una mejoría significativa cuando se les suministró la vitamina B6. Unos pocos niños mostraron efectos secundarios menores (irritabilidad, sensibilidad al sonido y mojar la cama), pero estos efectos se eliminaron rápidamente cuando se les suministró más magnesio, y el magnesio confirmó beneficios adicionales.
Dos años más tarde dos colegas y yo iniciamos un segundo estudio experimental sobre el uso de la terapia mega vitamínica en niños autistas, esta vez concentrándonos en la vitamina B6 y el magnesio. Mis co-investigadores fueron los Profesores Enoch Callaway del Centro Médico de la Universidad de California en San Francisco y Pierre Dreyfus del Centro Médico de la Universidad de California en Davis. El experimento doble ciego controlado con placebo utilizó a 16 niños autistas, y de nuevo se obtuvieron resultados estadísticamente significativos. La mayoría de los niños recibió dosis de B6 que variaron entre 300 mg y 500 mg por día. Se les administró además varios cientos de mg/día de magnesio y una tableta B múltiple, para prevenir las deficiencias de éstos nutrientes, inducidas por la B-6. (En todas las probabilidades, el adormecimiento y el hormigueo temporales producidos por las megadosis B6, reportadas por Schaumburg et al., fueron el resultado de deficiencias de otros nutrientes, las cuales eran inducidas por la ingestión aislada de vitamina B6 en enormes cantidades-algo que no se debe hacer.)
En ambos estudios los niños mostraron un amplio rango de beneficios producidos por la vitamina B6. Había mejor contacto visual, menor comportamiento auto estimulador, mas interés en el mundo a su alrededor, menos rabietas, mejor discurso, y en general los niños se volvieron más normales, aunque no estaban completamente curados.
Las personas varían enormemente en su necesidad de vitamina B6, los niños que mostraron mejoría con la vitamina B6, mejoraron porque necesitaban vitamina B6 extra. El autismo es entonces en muchos casos, un síndrome de dependencia de la vitamina B6.
Después de terminar su participación en nuestro estudio, el Profesor Callaway visito Francia, y convenció al Profesor Gilbert LeLord y a sus colegas de comenzar una investigación adicional con B6/magnesio en niños autistas. Los investigadores franceses, aunque escépticos de que algo tan inocuo como una vitamina pudiera tener alguna influencia en un desorden tan profundo como el autismo, se volvieron fervientes seguidores después de su primer experimento en 44 niños hospitalizados. Desde entonces han publicado 6 estudios que evalúan el uso de la vitamina B6 con y sin magnesio adicional en niños y adultos autistas. Sus estudios utilizaron hasta un gramo por día de vitamina B6 y medio gramo de magnesio.
LeLord y sus colegas midieron no solamente el comportamiento de los niños autistas, sino también su excreción de ácido homovanílico (HVA) y otros metabolitos en la orina. Adicionalmente ellos habían hecho varios estudios en los cuales habían analizado los efectos de la vitamina B6 y/o el magnesio en la actividad eléctrica del cerebro de los pacientes. Todos estos estudios habían producido resultados positivos.
Recientemente, LeLord et al. resumieron sus resultados en 91 pacientes: 14% mejoraron considerablemente, 33% mejoraron, 42% no mostraron ninguna mejoría, y 11% empeoraron. Ellos hicieron notar que "en todos nuestros estudios, no observamos efectos secundarios…." Presumiblemente, no se observaron efectos secundarios físicos. Varios estudios recientes realizados por dos grupos de investigadores estadounidenses, Thomas Gualtieri et al., de la Universidad de North Carolina, y George Ellman et al., del Hospital Estatal de Sonoma en California, también han mostrado resultados positivos en pacientes autistas.
Aunque ningún paciente se ha curado con el tratamiento de vitamina B6 y magnesio, ha habido muchos casos en los cuales se ha logrado una mejoría considerable. En uno de esos casos un paciente autista de 18 años estaba a punto de ser echado del tercer hospital mental en la ciudad. Aun cuando se le administraban cantidades masivas de drogas, éstas no tenían efecto en él y era considerado demasiado violento y agresivo para tenerlo en el hospital. La siquiatra ensayó el enfoque B6/magnesio como un último recurso. El joven se calmó rápidamente. La psiquiatra reportó en una reunión que recientemente había visitado la familia y había encontrado que el joven era ahora una persona autista amable y fácil de tratar, que cantó y tocó la guitarra para ella.
Otro ejemplo: una madre frenética me llamó para pedirme información sobre un hogar con talleres en su ciudad, ya que su hijo autista de 25 años estaba a punto de ser despedido debido a su comportamiento inmanejable. Yo no conocía ningún otro sitio alternativo para su hijo, pero le sugerí a la madre que ensayara Super Nu-Thera, un suplemento que contiene vitamina B6, magnesio y otros nutrientes. A las pocas semanas me llamó otra vez para decirme que estaba muy feliz porque su hijo estaba muy bien y que el sueldo por su trabajo a destajo había subido dramáticamente de un mínimo de $1.50 por semana a $25 por semana.
En vista de los hallazgos consistentes que muestran la seguridad y la eficacia de los nutrientes en el tratamiento de individuos autistas, y en vista de la imposibilidad de evitar los efectos secundarios de corto y largo plazo del uso de drogas, parece que se debe ensayar este enfoque seguro y racional antes de utilizar drogas.
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