El Mundo
04/05/10
Cada noche perdemos la conciencia, nos adentramos en un mundo misterioso y desaparecemos. En este estado, semejante a la muerte, los humanos pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida. Y aunque se sabe que el sueño es tan imprescindible para la supervivencia como el agua o el alimento, continúa siendo uno de los grandes enigmas. ¿Por qué dormimos? ¿Cuál es su función? Existen muchas hipótesis, pero ninguna respuesta concluyente. Y los científicos aún no han logrado averiguar exactamente el por qué de esta necesidad.
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"Entre las teorías más aceptadas está la de la recuperación –explica Rubén Rial, catedrático de Fisiología y responsable del Grupo de Neurofisiología del Sueño de la UIB–. Según sus defensores, el sueño alimenta como la comida o la bebida y sirve para reparar el desgaste, pero mientras en los dos primeros casos está claro, pues aportan la energía necesaria para que el organismo siga en marcha, en el caso del sueño la cosa no es tan simple porque después de una vigilia prolongada no se han encontrado lesiones ni cambios significativos en los principales sistemas del organismo".
"Tampoco se duerme para ahorrar energía" –continúa Rial– "porque el ahorro que se conseguiría con una noche de sueño equivale a la energía que aporta una rosquilla, ni para evitar los peligros que entraña moverse en la oscuridad" (otra teoría que defiende su importancia en la supervivencia de los animales diurnos, entre los que nos encontramos). En definitiva, circulan muchas hipótesis al respecto, algunas de lo más peregrinas, pero ninguna está aceptada por la comunidad de investigadores del sueño.
Lo que sí está comprobado es que un buen sueño es imprescindible para una buena vigilia y que si no se mantienen las horas necesarias se rinde menos en el trabajo, se producen más accidentes, el carácter se altera y en los niños la necesidad es mayor porque el cerebro se desarrolla durante el sueño y la falta de horas repercute, por ejemplo, en el fracaso escolar.
La falta completa de sueño es incompatible con la vida. Si se impide a una persona dormir, a partir de las 72 horas, comienzan a producirse de forma totalmente involuntaria microsueños, que pueden ir acompañados de mareos, dificultades en el habla, la memoria y episodios alucinatorios, entre otros trastornos, y el organismo se deteriora tanto física como mentalmente. A principios de los 90 este grupo de la UIB comenzó sus investigaciones para conocer la fisiología del sueño en animales y seres humanos y, a partir de ahí, ha desarrollado diferentes proyectos relacionados con métodos de diagnóstico y tratamiento de las patologías del sueño.
En la práctica, estos estudios buscan desarrollar dietas cronobiológicas que sean capaces de regular y ajustar los ciclos circadianos de reposo/actividad y sueño/vigilia en diferentes edades y situaciones. En este sentido, colaboraron junto con la Universidad de Extremadura, en el desarrollo de fórmulas aplicadas a las leches infantiles que faciliten la consolidación de los ritmos de sueño-vigilia en el recién nacido. El producto Fórmula Día/Noche está en el mercado comercializado por los Laboratorios Ordesa, entidad que promovió y financió el proyecto.
En esta leche se han disociado los nutrientes promotores de la vigilia, que están aumentados durante el día y disminuidos por la noche. Al contrario, los que promueven el sueño –como el aminoácido triptófano– se incrementan por la noche y disminuyen por el día. De acuerdo con esto, las dos fórmulas tienen todos los componentes normales de la leche; simplemente unos componentes abundan más durante el día y otros durante la noche. Lo que coincide con la leche materna, que también presenta variaciones según la hora del día.
Melatonina, la hormona del sueño
"La especie humana es diurna y su reloj interno –ciclos circadianos– se pone en hora cada día ajustándose con la luz y la oscuridad", comenta Rial, todo este mecanismo está controlado por una serie de núcleos del cerebro que deciden liberar melatonina durante la noche, una hormona cuya producción está determinada por la cantidad de luz recibida.
Según Rial, la melatonina es una hormona notablemente segura, pero como se trata de una sustancia que se produce en el cuerpo y no se puede patentar no ha suscitado demasiado interés por parte de las compañías farmacéuticas. Existen preparados artificiales con propiedades más o menos parecidas, pero ya son preparados farmacológicos y precisan receta. La melatonina no es muy eficaz como inductora del sueño. Sirve mucho mejor como reguladora de los ciclos de sueño/vigilia y está comprobada su eficacia para combatir el jet-lag en los vuelos transmeridianos, ya que ayuda al proceso de adaptación. Sin embargo, siempre hay que tomarla en las dosis y momentos adecuados.
Otro proyecto que se desarrolla en el laboratorio propone estudiar los mecanismos moleculares de la hormona de crecimiento y la melatonina en la prevención del envejecimiento cerebral y sus repercusiones en la conducta en colaboración con la Universidad de Madrid. Investigan el papel de la hormona de crecimiento y la melatonina en relación con la prevención del envejecimiento cerebral, dos sustancias que disminuyen con la edad y que son una de las causas por las que se desajustan los ritmos circadianos.
"A una rata de 24 meses (que equivale a una persona de 80) se le da melatonina u hormona de crecimiento y rejuvenece –explica Rial–. Hemos realizado pruebas con ejemplares jóvenes y viejos y hemos comprobado que tras un mes de tratamiento las dos mejoran sus funciones cognitivas y motoras y el cambio es sustancial en las adultas". El problema es que la hormona de crecimiento es peligrosa y en dosis altas puede producir acromegalia con manifestaciones con crecimiento anormal de las extremidades o los huesos faciales entre otros trastornos. Pero en dosis muy bajas y controladas esto no sucede y en cambio sí se aprecian beneficios.
El sueño de los reptiles
Otra línea de investigación que ya abrieron en los 90 es la de la evolución del sueño y cómo el sueño y vigilia han ido transformándose desde los primeros vertebrados hasta los mamíferos. En contra de la corriente mayoritaria de la comunidad científica, que sostiene que los estados de vigilia de reptiles y mamíferos son análogos, la hipótesis de este grupo es que no son comparables.
Si bien todos los animales presentan dos fases de actividad y reposo, el sueño en los mamíferos cuenta con una complejidad adicional, que incluye la vigilia, el sueño no REM y el sueño REM, coordinados por tres regiones cerebrales distintas: corteza, diencéfalo y rombencéfalo.
Según Rial, los reptiles al carecer de corteza no pueden tener una vigilia igual a la de los mamíferos, por lo que cuentan con dos únicos estados: vigilia y reposo. En la transición de reptil a mamífero, el desarrollo de la corteza cerebral en éstos últimos determinó que la vigilia reptiliana, controlada por regiones no corticales quedase, por así decirlo, «obsoleta» y por lo tanto se arrinconó. El hecho es que en los mamíferos pasó a ser una fase del sueño. Con esto, los mamíferos alcanzaron un nuevo tipo de vigilia, la vigilia cortical y el viejo reposo de los reptiles ganó sueño con dos fases que antes no existían. La nueva vigilia, conseguida con el desarrollo de la corteza, es lo que ha permitido las proezas del cerebro de los mamíferos, una sofisticada capacidad de aprendizaje.
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