Dr. Kaayla Daniel
dietametabolica.com
Traducción de Mónica Gómez Santos
22/07/09
¿ En cuanto a los efectos en la salud de las personas, cual diría que es el producto más pernicioso derivado de la soja que existe en el mercado?
El peor sin duda es la leche maternizada de soja porque normalmente es el único alimento que consume el bebé. La soja contiene fitoestrógenos que pueden producir un funcionamiento anómalo de la tiroides y del aparato reproductor, así como niveles tóxicos de manganeso que pueden provocar daño neurológico y cerebral asociado con ADHD (Déficit de Atención con Hiperactividad) y comportamiento violento. Los bebés que toman leche maternizada de soja también corren un riesgo mayor de padecer problemas gastrointestinales, alergias, asma, menor absorción de minerales y menor coeficiente intelectual. Aunque la mayoría saben que es mejor dar el pecho a los bebés, las mujeres que no pueden hacerlo escogen la soja pensando que es una opción más saludable. Esta decisión es un desastre. En contra de lo que se piensa, la leche de soja maternizada nunca se ha sido empleada tradicionalmente en Asia.
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Tanto para los niños como para los adultos, las dos peores categorías de productos son la proteína de soja y el aceite de soja. Al contrario que en Asia donde la gente come pequeñas cantidades de productos de soja sin procesar, en occidente se procesa industrialmente la soja para separarla en dos productos: proteína y aceite. No hay nada natural o seguro en dicho proceso. La alta tecnología que se emplee hoy en día no sólo no remueve los anti nutrientes y las toxinas presentes de forma natural en la soja, sino que deja residuos tóxicos y cancerígenos originados por las altas temperaturas, alta presión, baños ácidos y alcalinos, así como disolventes del petróleo.
Los peores derivados de la soja que existen actualmente son los concentrados de proteína de soja, la soja texturizada y la proteína vegetal hidrolizado. Estos ingredientes se encuentran en casi todos los productos procesados: batidos, barras energéticas, hamburguesas vegetales o atún en lata. Los peores productos derivados del aceite de soja son las margarinas hechas con aceite de soja parcialmente hidrogenado que contiene los peligrosos ácidos grasos transaturados. Para que el público acepte los aceites de soja se les somete a un procesado industrial exhaustivo, que incluye desodorización e hidrogenación.
El hecho de que la proteína de soja goce de una excelente reputación, pero el aceite de soja haya caído en desgracia ha conducido a una división en cuanto al marketing en las clases sociales. La gente preocupada por la salud de las clases sociales elevadas está dispuesta a pagar un alto precio por los supuestos efectos benéficos de la soja en herbolarios y tiendas de productos orgánicos. Mientras tanto, el resto ingiere el mortal aceite de soja cargado de grasas hidrogenadas en cualquiera de los alimentos procesados del mercado: crakers, cookies, bollería, alimentos enlatados, patatas fritas congeladas, etc. Sin embargo, los productos de soja de elevado coste se han asociado en la mente popular con la palabra “saludable”. Aunque el americano promedio todavía considere un “filete de soja” como algo repugnante, parecen no darse cuenta de que la industria alimenticia ha introducido soja invisible en casi todos los productos de los supermercados. Siempre que los precios se mantengan bajos y el sabor y la textura resulten familiares, la soja es percibida como un aditivo saludable. Mientras tanto, en los vecindarios de las clases altas, el aceite de soja está acabando con la reputación de saludable que tenía la proteína de soja, y comienza a aparecer en productos vendidos en los herbolarios y tiendas de productos naturales, y no precisamente en su forma más saludable (sin refinar y prensado en frío).
El producto que más me preocupa es la leche de soja. No porque sea el producto peor que existe, sino porque la gente la está consumiendo en exceso.
¿Como ha conseguido la soja, hasta hace poco un producto poco popular, que ahora se considere como una panacea para prevenir toda clase de enfermedades?
Durante años, el Mercado de la soja fue muy limitado. Los americanos no sólo odiaban su sabor a leguminosa y la flatulencia que producía, sino que consideraban a la soja como una comida de hippies o especial para los vegetarianos. Evidentemente esta percepción de la soja preocupaba a la industria, que tenía gran cantidad de restos de proteína de soja procedentes de la producción de aceite de soja a los que dar salida. Después de todo, solamente podían alimentar a los animales una cantidad determinada antes de que aparecieran serias complicaciones en su salud. Para conseguir grandes beneficios vendiendo proteína de soja como “alimento para los hombres” era necesario que la industria hiciera que la gente estuviese dispuesta no sólo a comer soja, sino pagar caro dicho privilegio.
Tal como un pez gordo del marketing explicaba en 1975, “el medio más rápido para conseguir que un producto sea aceptado entre la población de menor nivel adquisitivo es que la población de más nivel adquisitivo la consuma por sus propiedades saludables”.
Este milagro se ha conseguido convenciendo al público de los efectos benéficos de la soja.
Millones de dólares procedentes de la industria de la soja se han invertido en investigaciones médicas, esponsorizar simposios, establecer reclamos de la FDA sobre los beneficios que reporta para la salud el consumo de soja en el etiquetado de dichos productos y en influenciar dietistas y periodistas. La campaña ha llevado a una exaltación de la soja y a inmensos beneficios.
¿Con tantos productos derivados de la soja (concentrado de proteína de soja, aceite de soja, etc) que consejo daría a los consumidores que quieren evitar la soja pero no saben por donde comenzar?
Es un reto, especialmente para las personas con alergia a la soja. Pero también nos brinda la oportunidad de elegir la comida de forma óptima. El mejor, y puede que único modo, de evitar la soja completamente es comprar comida sin procesar y prepararla uno mismo. Para los que aun así prefieran productos empaquetados y listos para comer, les recomiendo que consulte la lista de productos en mi web www.wholesoystory.com. La lista contiene alias tras los que se esconde la soja en la lista de ingredientes, con apelativos como ‘sabor natural’ o ‘proteína vegetal texturizada’.
Pero no todo son malas noticias. En enero de 2006 el consumidor americano se beneficiará de una ley que estipula que en el etiquetado del producto indique si contiene alguno de los 8 principales productos alérgicos: leche, huevos, cacahuetes, nueces, pescado, marisco, trigo o soja, y requiere que el FDA realice inspecciones para asegurarse que la industria alimentaria cumple esta ley, y así eliminar la contaminación con estas substancias alérgicas en muchos productos en los que no se ha sido incluidos intencionadamente como ingredientes. Tenemos esta ley gracias a la Iniciativa de Alergia Alimentaria, una organización sin ánimo de lucro con base en Nueva York.
Muchos americanos están convencidos de que la soja es la panacea para las enfermedades del corazón, los síntomas de la menopausia y el colesterol alto entre otros. ¿Qué le diría a este nutrido grupo de gente que todavía piensa que la soja es una comida saludable?
En general, deberíamos ser cautos a la hora de pensar que un alimento cualesquiera es un alimento milagroso, especialmente uno que ha sido promovido por los mismos fabricantes, y que por tanto se benefician de este reclamo. Oímos tantas cosas maravillosas sobre la soja, pero la gente necesita recordar que los posibles beneficios no compensan los riesgos demostrados derivados de su consumo. Miles de estudios clínicos, epidemiológicos concluyen que el consumo de soja está ligado a la malnutrición, problemas digestivos, hipotiroidismo, declive cognitivo, problemas reproductivos, debilitamiento del sistema inmunológico, e incluso problemas del corazón y cáncer.
Aunque ciertamente es posible que algunos componentes de la soja puedan utilizarse en la preparación de medicamentos, es inapropiado que la industria de la soja recomiende a la población en su conjunto (hombres, mujeres y niños) que se automedique comiendo ingentes cantidades de soja. Al público no se le ha advertido que la soja puede tener muchos efectos secundarios, que es una sustancia que puede ser beneficiosa en un ciclo de la vida y perjudicial en otro, y que los estrógenos que introducimos en la dieta pueden tener un efecto acumulativo o exponencial con los estrógenos medio ambientales.
¿Cual fue la motivación que le llevó a escribir “La verdadera historia de la soja”?
Hace años estaba excitado con las maravillas que se hablaban de la soja. La posibilidad de que este alimento de bajo costo pudiese prevenir problemas de corazón, acabase con el cáncer y con los sofocos de la menopausia, a la vez que fortaleciera los huesos me pareció muy atrayente. Sin embargo, estos reclamos publicitarios no se correspondían con la cantidad de gente enferma cuyas dietas incluían soja que encontré. En los ashrams hablé con vegetarianos que hablaban con entusiasmo de sus dietas iluminadas, pero que se quejaban de pérdida de energía, confusión mental, debilitamiento del cabello, piel grisácea, aumento de peso y flatulencia.
Cuando era profesor me encontré con profesionales preocupados por la salud, que vinieron a mí confundidos y frustrados porque les habían recomendado la soja, pero se sentían peor de lo que se habían sentido nunca. En mi trabajo como nutricionista traté a muchos pacientes que recuperaron la salud después de eliminar la soja de sus dietas. Estas observaciones me llevaron a cuestionar todo lo que había oído o leído sobre la soja, y a investigar personalmente el tema.
¿Cuales son los tipos de soja aceptables? ¿No es cierto que la soja fermentada (natto, tempeh, miso) es buena para la salud?
Personalmente consumo productos tradicionales fermentados de soja como miso, tempeh, natto, shoyu y tamari, pues creo que pueden ser saludables en el contexto de una dieta variada. El tofu es un producto procesado y menos saludable, pero todavía lo disfruto ocasionalmente. Edamame—los granos verdes de soja inmaduros— contienen menos toxinas de las que se encuentran en los granos maduros, y por tanto, se pueden comer de vez en cuando. La gente que no es alérgica a la soja puede consumir estos productos de forma segura en las mismas cantidades que se comen tradicionalmente en Asia. Es decir, en pequeñas cantidades usadas como condimento, no como comida principal.
Los brotes de soja, por el contrario, no son saludables. La germinación a corto plazo incrementa los antinutrientes de la soja. En contraste, la germinación a largo plazo más la fermentación los disminuye, eliminándolos casi por completo.
Históricamente, se pensaba que los brotes de soja eran más útiles como medicamentos, no como un alimento de ingesta diaria.
En su libro “La verdadera historia de la soja” afirma que nunca se ha demostrado que el consumo de la soja sea seguro, y que puede causar daños irreversibles en la salud de las personas. ¿Cuales son algunos de los efectos secundarios más importantes que puede producir la soja?
No me siento seguro al pronunciar palabras como “irreversible” o “incurable”. Las personas adultas que han tenido problemas de salud debidos a la soja tienen altas probabilidades de recuperar su salud y eliminan de su dieta la soja y otros alimentos que contienen estrógenos, adoptan una dieta omnívora, variada y ecológica e incluyen suplementos apropiados recomendados por un nutricionista u otro profesional de la salud. Me he topado frecuentemente con problemas de tiroides, infertilidad, problemas menstruales, pérdida del apetito sexual, caída del cabello y problemas digestivos. Pero el daño que producen las leches maternizadas de soja sí que es irreversible. Un momento crucial para la programación del sistema reproductivo humano es justo después del nacimiento –justo en el momento en el que muchos niños que no son amamantados reciben toma tras toma de leche maternizada de soja. Normalmente, durante este periodo en el cuerpo del bebé emergen estrógenos naturales, testosterona y otros hormonas necesarias para programar el sistema reproductor del recién nacido para la madurez desde la infancia, pasando por la pubertad hasta la edad adulta.
En el caso de los bebés que se alimentan de leche maternizada de soja esta programación hormonal se puede interrumpir. Las isoflavonoss, los fitoestrógenos de la soja, son muy parecidos a los a los estrógenos naturales producidos por el cuerpo humano, así como a los estrógenos sintéticos que se encuentran en las píldoras anticonceptivas. Hablando estrictamente, los estrógenos de la soja no son hormonas sino “imitadores de los estrógenos”, es decir, que se comportan como los estrógenos en el cuerpo humano, pero lo importante es que nuestro organismo los confunde con hormonas. Los niños que son “estrogenizados” de esta forma pueden experimentar retrasos de la pubertad. Las niñas pequeñas sometidas al mismo tratamiento pueden alcanzar la pubertad de forma prematura. Hemos visto muchas historias trágicas de este tipo.
¿Cual fue la información que descubrió mientras escribías “La historia verdadera de la soja” que más le impresionó?
Comencé mi investigación con la idea de que la soja tendría sus pros y sus contras. Sin embargo, encontré una evidencia abrumadora en su contra. Me sorprendió la cantidad de estudios que habían sido enterrados y que hubieran debido publicarse, la flagrante inexactitud de los datos y el talento de la industria de la soja para dar la vuelta a resultados desfavorables. Ahora mismo, la FDA está considerando seriamente aprobar un reclamo de salud en el etiquetado de los alimentos afirmando que la proteína de soja previene el cáncer, a propuesta de la compañía Solae. La mera idea de que se incluya a la soja en la categoría de substancias anticancerígenas es totalmente ridícula.
Las isoflavonas de soja -los estrógenos que contiene la planta de soja a los que se atribuye la protección contra el cáncer- aparecen en muchos libros de texto de toxicología como carcinógenos. También se ha demostrado que son mutagénicos, clastogénicos y terogénicos. Estudios recientes han demostrado incluso que la soja acelera el crecimiento del cáncer de pecho. Sin embargo, Solae todavía sostiene que “hay un consenso entre los expertos validado por suformación científica y experiencia” que “los productos de proteína de soja reducen el riesgo de ciertos cánceres”. Aseveración tan opuesta a la verdad que decidí unirme a Sally Fallon y Bill Sanda de la Fundación Weston A. Price para rellenar dos documentos de protesta al FDA. La FDA ha retrasaso su decisión y nos reuniremos con ellos esta primavera.
¿A aquellas personas en cuya dieta el mayor aporte proteico procede de la soja que comidas les sugeriría para reemplazar la soja?
Recomiendo encarecidamente una dieta variada y omnivora, como la que propone Nourishing Traditions y el libro de Sally Fallon y Mary Enig “Eat Fat/Lose Fat” (Coma grasa para perder grasa), así como los libros del Dr Mercola y su sitio web. Si se opta por una dieta vegetariana recomiendo productos lácteos crudos sin pasteurizar y huevos de gallinas criadas al aire libre. En el caso de que el aporte de proteínas proceda de legumbres o frutos secos se deberían dejar en remojo para desactivar los fitatos y otros antinutrientes, con el objeto de hacerlos más digestivos y asimilables.
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