Dsalud
27/11/09
Lo que en las personas sanas pueden causar los antiácidos actuales que con tanta alegría como insensatez recetan muchos médicos y toman despreocupados tantos millones de pacientes es ¡acidez estomacal, reflujo ácido e indigestión! Lo acaba de constatar un trabajo de investigación dirigido por la Dra. Cristina Reimer en la Universidad de Copenhague (Dinamarca) que se publicó en julio pasado en Gastroenterology.
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El estudio se hizo con 120 personas sanas a la mitad de las cuales se les dio durante doce semanas un placebo y a la otra mitad 40 miligramos al día de Nexium (esomeprazol) ocho semanas y luego el placebo otras cuatro. Pues bien, el 44% de quienes ingirieron ese inhibidor de la bomba de protones –hoy los más utilizados aparte del mencionado son el omeprazol, el lansoprazol, el pantoprazol y el rabeprazol- sufrieron al suspender su ingesta -en comparación con el 15% del grupo de placebo- acidez estomacal, reflujo ácido e indigestión.
Este descubrimiento ha hecho que la doctora Reimer afirmara: "Tanto los pacientes como los médicos deben ser conscientes de que cuando se suspende la toma de este fármaco pueden aparecer o agravarse los síntomas”. Agregando que tampoco es aconsejable tomarlos en exceso ni durante tiempo prolongado y que desde luego no deben ingerirse nunca si no se está seguro del problema a tratar. Según la doctora Reimer ingerir estos fármacos a largo plazo sólo se justificaría si se padece reflujo gastroesofágico grave y para evitar a quienes toman antiinflamatorios no esteroides -como la aspirina- que éstos causen estragos en el estómago. La propia revista, en un editorial, denuncia por su parte que al menos a la tercera parte de las personas que toman antiácidos se les renuevan las recetas sin necesidad.
Hasta aquí la noticia. Por nuestra parte debemos recordar que ya en el nº 67 explicamos que esos medicamentos aumentan además el riesgo de padecer neumonía. Lo descubrió un grupo de investigadores holandeses al sospechar que limitar la acción de los jugos gástricos con ellos podría impedir la destrucción de las bacterias patógenas que ingerimos con la comida. Bacterias que pueden colonizar en tal caso el estómago y alcanzar el aparato respiratorio en mayor cantidad produciendo infecciones. Pues bien, su sospecha se confirmó tras analizar el historial médico de casi 370.000 pacientes y constatar que muchas de las personas consumieron esos fármacos antes de sufrir una neumonía. Según sus datos el riesgo se duplica.
Asimismo vieron que el riesgo era mayor cuanto mayor era el consumo de antiácidos.
Cabe añadir que además interfieren en la regeneración de los huesos y aumentan el riesgo de fracturas de cadera pudiendo igualmente provocar dolores de estómago y de cabeza, diarrea, estreñimiento, vómitos, mareos, sarpullido y tos. Y no digamos ya si se toman conjuntamente con otros fármacos con los que interactúan negativamente. Sea pues sensato porque hay métodos naturales para resolver esos problemas más eficaces y menos peligrosos.
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