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New York Times / La Nación
Traducción de María Elena Rey
20/09/10

En un experimento cuyos resultados fueron publicados el mes pasado, los investigadores reclutaron a escolares de entre 9 y 10 años que vivían cerca del campo universitario de la Universidad de Illinois y les pidieron que corrieran en una cinta.

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Los investigadores esperaban saber más sobre cómo afecta el ejercicio al cerebro humano inmaduro. Los estudios en animales ya habían establecido que cuando se permite a los bebés roedores correr en ruedas hechas para tal fin, sus cerebros aumentan de tamaño, ciertas áreas crecen y así superan a las crías sedentarias en los tests de inteligencia para roedores. Pero el estudio del efecto del ejercicio sobre la forma y función real del cerebro de los niños, no se había intentado hasta ahora.

Por eso los científicos dividieron a los niños, según su rendimiento en las cintas, en tres categorías: alta, baja y media. Sólo los de los grupos más y menos ágiles continuaron en el estudio (para obtener un mayor contraste). Ambos grupos completaron una serie de desafíos cognitivos que incluyó mirar flechas en la pantalla de una computadora y presionar ciertas teclas para probar con qué habilidad los niños filtraban la información innecesaria y prestaban atención en cambio a los datos relevantes.

Finalmente se escanearon los cerebros de los niños utilizando tecnología de resonancia magnética para medir el volumen de áreas específicas.

Estudios previos encontraron que los niños con mejor estado físico en general obtenían mejores resultados en esas pruebas. Y en este caso también les fue mejor a esos niños. Pero el IRM (Imágenes por Resonancia Magnética), brindó una panorama más claro de cómo podría funcionar esto. Mostró que los niños en buen estado físico tenían ganglios basales significativamente más desarrollados, una parte importante del cerebro que ayuda a mantener la atención y el control ejecutivo, que es la habilidad de coordinar acciones y pensamientos con concisión. Como ambos grupos de niños tenían una situación socioeconómica e índice de masa corporal y otras variables similares, los investigadores concluyeron que estar en buen estado físico había engrosado esa porción de sus cerebros.

Mientras tanto, en un estudio separado, completado últimamente por varios de esos investigadores de la Universidad de Illinois, un segundo grupo de niños de entre 9 y 10 años fueron categorizados según sus niveles de estado físico y se les escanearon sus cerebros, pero completaron diferentes tests, esta vez focalizándose en la memoria compleja. Esta función está asociada con la actividad del hipocampo, una estructura que se halla en los lóbulos temporales medios del cerebro.

Como se previó, el IRM reveló que los niños con mejor estado físico tenían un hipocampo más fuerte.

Los dos estudios coinciden sólo en parte pero los estudiosos, en informes por separado, notaron que el hipocampo y la región de los ganglios basales interactúan en el cerebro humano, estructural y funcionalmente. Juntos permiten algunas de las actividades más intrincadas del pensamiento. Los autores concluyeron que, si bien el ejercicio es responsable del aumento de tamaño de estas regiones y del fortalecimiento de la conexión entre ellas, estar en buen estado físico puede "mejorar la neurocognición" en los jóvenes.
Escuelas sedentarias

Estos descubrimientos llegan en un momento importante. Por razones presupuestarias y administrativas, las escuelas norteamericanas están reduciendo la educación física, mientras que los niños librados a sí mismos se vuelven cada vez más indolentes.

Estadísticas recientes de los Centros de Control y Prevención de la Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés), de los Estados Unidos, muestran que en general un cuarto de los niños participan de cero actividad física fuera de la escuela.

En la Argentina, una investigación del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) concluyó que sólo el 30% de la actividad física de los chicos de 11 a 12 años de colegios porteños y bonaerenses tiene lugar dentro de la escuela.

CAPACIDADES

* Atención . Estudios han demostrado que la práctica de ejercicio aeróbico en chicos estimula el desarrollo de los ganglios basales, lo que permite mantener la atención y el control ejecutivo.

* Memoria. Otra área del cerebro estimulada por el ejercicio es el hipocampo, que participa de funciones como la memoria compleja.

* Coeficiente intelectual . A mayor estado físico a los 18 años, mayor coeficiente intelectual, así como también más probabilidades de seguir carreras lucrativas, halló un estudio sueco.

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