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Dra. Nuria Lorite Ayán
Dsalud
15/04/10

Al fitoplancton marino se le conoce como “la leche materna de nuestra madre tierra” pues por sí mismo provee de todo lo necesario para vivir. Compuesto por diversas especies de seres unicelulares es de hecho la base de la cadena alimenticia marina siendo su composición nutricional tan completa que permite que las grandes ballenas alcancen vidas longevas en plenitud alimentándose básicamente de él. Y de ahí que la NASA se interesara en su estudio y realizara una serie de investigaciones gracias a las cuales hoy sabemos que es además el responsable del 90% del oxígeno del planeta. Pues bien, existe una granja marina única en el mundo donde actualmente se cría fitoplancton -sin dañar el medio ambiente- en cuya composición hay más de 200 especies de diatomeas que tras un tratamiento exclusivo ofrece un producto de alta biodisponibilidad que proporciona 400 veces más energía que ningún otro vegetal conocido. Potente antioxidante ayuda asimismo a alimentar y desintoxicar las células y beneficia al sistema inmune al apoyar a las células-T. Hablamos del Alpha3CMP.

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Hace aproximadamente tres millones y medio de años aparecieron los primeros seres microscópicos unicelulares capaces de utilizar la luz del sol y el agua y posteriormente de fijar el carbono en sus moléculas mediante la fotosíntesis lo que provocaría la explosión de vida sobre la Tierra que nos ha llevado hasta hoy. Los seres que pueblan tanto nuestros océanos como tierra firme son pues fruto de un sinfín de procesos biológicos y de la lucha por la supervivencia merced a la cual los seres vivos han ido sirviendo de alimento a otros. Lo que fue transformando la genética de todos ellos.

Pues bien, el fitoplancton constituye hoy el primer alimento marino, la base de la cadena trófica. Sirve para nutrir a una gigantesca cantidad de seres de muy diversos tipos. Incluyendo a las grandes ballenas que gracias a él pueden llegar a vivir hasta 200 años en plenitud de salud y actividad sexual. Claro que el fitoplancton está compuesto por multitud de especies de seres microscópicos que siguen teniendo la capacidad de utilizar la luz solar, los elementos disueltos en el agua y el CO2 para crear nutrientes básicos como vitaminas, aminoácidos, ácidos grasos esenciales, ácidos nucleicos… En suma, todo lo esencial para la vida.

Recordemos que el vocablo fitoplancton deriva de fito -que significa planta- y plancton -que significa flotante o suspendido- haciendo así referencia al hecho de que está formado por seres unicelulares que se mueven a merced de las corrientes marinas. Añadiré como curiosidad que según algunos textos la primera persona que vio el florecimiento del fitoplancton fue Anton van Leeuwenhoek -creador del microscopio- en 1676. Y es que también el fitoplancton “florece”: normalmente una vez al año, en primavera.

Hoy sabemos que los seres que lo componen viven atendiendo a unas condiciones especiales de luz, temperatura y gases así como, obviamente, a los nutrientes disueltos en el agua de mar.

Puede afirmarse asimismo que si el fitoplancton desapareciera la vida en el planeta se extinguiría. Lo demuestra el simple hecho de que según un grupo de investigadores de la NASA dedicado a analizar la producción del oxígeno de nuestra atmósfera el fitoplancton produce el 90% del mismo. Lo han constatado mediante fotografías desde satélites como el Nimbus-7 demostrando que el fitoplancton se comporta como “un enorme e invisible bosque marino”. Los datos serían luego analizados posteriormente por C. J. Tucker, experto del Centro Espacial de Vuelo Goddard –perteneciente a la NASA-, especialmente por lo que se refiere a la clorofofila, concluyendo que al ser la superficie marina mucho mayor que la terrestre tiene que tener mayor influencia sobre la producción y el mantenimiento del oxígeno de la atmósfera. Por tanto la acción del fitoplancton marino es muy importante para compensar el actual exceso de CO2 de la atmósfera y de ahí la importancia de preservarlo si queremos ayudar al clima.

El fitoplancton, ¿Alimento humano?

Que el fitoplancton es un nutriente que puede servir como alimento a los humanos se sabe desde la década de los cuarenta del pasado siglo XX cuando decidió investigarse esa posibilidad para alimentar a los tripulantes de los submarinos durante la II Guerra Mundial a fin de que éstos no tuvieran así que aprovisionarse de comida tan a menudo o se usara en casos de necesidad.

Ahora bien, no todo el fitoplancton es igual. Como antes explicamos está compuesto de cientos de diminutos seres que, al igual que las plantas superiores, se nutren de la fotosíntesis. Y por tanto su cantidad y calidad depende de las condiciones medioambientales: horas de luz solar, temperatura, salinidad, corrientes, cercanía a la costa, densidad de animales marinos, grado de contaminación del agua, etc.

Siendo apenas hace unos años cuando se produjo un gran descubrimiento: ¡también el fitoplancton se puede cultivar! Con la ventaja de que se puede evitar en gran medida la actual contaminación de las aguas oceánicas. Y así se hizo siendo en Canadá donde Tom Harper construyó la primera “granja marina” del mundo con la idea inicial de alimentar crustáceos. Hasta que un hecho “casual” hizo que se descubriera que puede ser asimismo útil y beneficioso para alimentar a los seres humanos.

Fitoplancton ALPHA3CMP

Debo aclarar en cualquier caso que el fitoplancton de esa granja marina es especial ya que gran parte de los seres microscópicos que lo integran son diatomeas (unas 200 especies distintas), una clase de algas unicelulares microscópicas que viven de la fotosíntesis cuyo rasgo característico es que tienen una cubierta de sílice (dióxido de silicio hidratado) -y no de celulosa como cabría esperar siendo vegetales- llamada frústulo y que tiene formas muy variadas aunque generalmente constan de dos partes asimétricas o valvas. Y que sean de sílice tiene una enorme ventaja: requiere menos energía con lo que la célula puede hacer mayor acopio de nutrientes. De hecho se ha comprobado que este tipo de fitoplancton aporta ¡400 veces más energía que ningún otro vegetal conocido!

Bueno, pues para poder utilizar ese enorme caudal de energía y nutrientes la compañía ForeverGreen crearía un sistema de procesado único en el mundo que permite que las valvas de sílice se abran con facilidad en nuestro cuerpo de modo que el fitoplancton vierta todos sus tesoros en nuestro interior para ser utilizados por las células. Fitoplancton que se ha bautizado como Alpha3CMP. ¿Y por qué ese nombre? Pues se le puso alfa porque es la primera letra del alfabeto griego y el fitoplancton se considera el primer alimento del planeta; el 3 porque tras realizar diferentes estudios se dedujo que actúa tanto a nivel físico como mental y espiritual/emocional –los tres niveles del ser-; finalmente, lo de CMP corresponde simplemente a las siglas inglesas de Condensed Marine Phytoplancton (Fitoplancton Marino Condensado).

Algunos beneficios del fitoplancton ALPHA3CMP

En cuanto a las propiedades de este singular fitoplancton diremos que puede ayudar a nuestro organismo en sus funciones de depuración y limpieza pues sus diatomeas pueden actuar como microfiltros que purifiquen nuestra sangre, tejidos –y, por ende, los órganos- y líquidos extracelulares. A fin de cuentas si una de las prioridades de la medicina natural es proceder siempre a limpiar el medio interno, nuestro mar interior, nada mejor que el fitoplancton marino, afín a nosotros, para hacerlo. No olvidemos que somos agua en una gran parte -tanto intra como extracelularmente- y que ese líquido debe estar lo más limpio posible.

El hecho “casual” que antes mencionamos y que hizo que se estudiaran los beneficios del fitoplancton condensado en humanos fue que a Tom Harper –la persona que desarrolló el sistema de cultivo y condensado de este fitoplancton- se le diagnosticó un cáncer terminal y los médicos le dieron unos días de vida. Solo que siguiendo su instinto decidió ingerir aquel fitoplancton que cuidaba a diario y a los pocos días los médicos, que habían optado por intervenirle viendo que resistía, descubrieron sorprendidos que “una masa desconocida había aislado y encapsulado los tumores”. El tumor terminaría desapareciendo y Harper quiso compartir con el mundo su hallazgo para que fuera su legado a la humanidad. Crearía así una línea denominada Legasea y un producto: FrequenSea.

Agregaré que uno de los estudios realizados por el Departamento de Educación y Promoción de la Salud de la Universidad de Utah (EEUU) demostraría que tras su ingesta se incrementa de forma significativa el nivel de linfocitos T. Asimismo efectuó estudios de valoración de variables psicoemocionales demostrándose incrementos significativos -según unas escalas estandarizadas que utiliza ese departamento con los enfermos para valorar sus sensaciones- de energía, fortaleza, calma, paz, buen humor, capacidad de concentración, sensación de bienestar, entusiasmo, optimismo y otras. Datos interesantes pues ya sabemos que el bienestar físico suele venir precedido de una sensación de bienestar y plenitud psicoemocional difícil de valorar y medir en el entorno de los suplementos alimentarios.

Por otro lado, debido a su composición rica en minerales, aminoácidos, glúcidos, ácidos omega 3 y 6, ARN y oligoelementos es beneficioso para todas las funciones orgánicas así como para reequilibrar todos los procesos que dan lugar a cuadros degenerativos e inflamatorios, desvitalización, desmineralización y acidificación –reequilibra el pH de los líquidos fisiológicos y de los tejidos- a la vez que contribuye a una mejor conducción de los impulsos nerviosos y a la mejora del aparato locomotor. Es más, se ha constatado que hay cambios beneficiosos en la calidad del sueño, en el perfil lipídico (baja el nivel de triglicéridos), en la función hepática, en la visión, en el aspecto y suavidad de la piel, en las alergias, en el sistema inmune…

El fitoplancton ALPHA3 CMP es un súper-alimento

Hoy son numerosas las disciplinas que buscan cómo alargar nuestra vida y comprender mejor los mecanismos que dan lugar a las enfermedades –desde la Nutrición a la Genómica pasando por la Metabolómica, la Física Cuántica, la Biología molecular y celular, la Farmacognosia y muchas otras- pero algunos empezamos a darnos cuenta de que lo más poderoso se encuentra a menudo en lo más simple. Ocurre como con la Homeopatía en la que los remedios vegetales más sencillos estructuralmente son los más potentes; es el caso, por ejemplo, del Lycopodium. Una paradoja con la que convivimos sin darnos demasiada cuenta. Y sin embargo lo más simple de nuestro organismo, la célula, contiene toda la complejidad del cuerpo pues es capaz de realizar prácticamente todo. Cada célula de nuestro cuerpo es un universo en sí mismo. Trillones de minúsculos universos pues se alinean para que nosotros, “los reyes de la Creación”, vivamos felices y sanos muchos años. Sí, la célula y el entorno son un reflejo perfecto de lo que es el sistema de intercambio que permite la vida.


Sólo hace falta ¡energía! Por eso la búsqueda de recursos energéticos no es sólo algo que ocurre a nivel macrosocial sino también a nivel orgánico. De ahí que busquemos recursos energéticos que optimicen nuestra vida, recursos que puedan ser utilizados por nuestras células, por nuestras mitocondrias y sistemas de creación y reparación de estructuras capaces de atravesar las mucosas y membranas celulares. Recordemos que optimizar significa conseguir el máximo efecto con el menor esfuerzo posible. Y lo cierto es que la Naturaleza sabe mucho de optimizar.

No puede extrañar por ello que el fitoplancton sea un alimento completo o un súper-alimento: aporta casi todos los nutrientes que nuestras células necesitan. Y cuando al organismo se le aporta todo lo que requiere –máxime si es de forma altamente biodisponible como en el caso del fitoplancton Alpha3CMP-, cuando cada célula de nuestro cuerpo está bien alimentada, el cuerpo se halla en condiciones de realizar de forma óptima todas sus funciones. Incluida la de autorregenerarse y la de comunicarse de modo apropiado con el entorno optimizando la vida.

Recordemos, eso sí, que cada célula está “llena” de líquido -agua principalmente- y flota en líquido por lo que se necesita mantener una presión adecuada ya que el equilibrio electrolítico del organismo es delicado. Y que es de ese inmenso mar en el que se bañan las células de donde éstas obtienen los nutrientes que necesitan y donde a su vez depositan los desechos que deben luego ser recogidos para enviar al exterior. Un inmenso mar extracelular que -al igual que la sangre- debe mantener un correcto equilibrio entre su nivel de acidez y alcalinidad–eso es lo que mide el pH- y ser capaz de contener todos los nutrientes necesarios. Porque debe saberse que nuestro medio interno es semejante al océano en su composición. Como debe saberse que sin un pH adecuado el funcionamiento de los sistemas nervioso, endocrino, circulatorio, locomotor e inmunológico no puede ser óptimo.

Por otra parte, cuanto más sencillo es un alimento más fácil es de digerir y absorber. Y más rápida la utilización de los nutrientes que aporta. La biodisponibilidad de los ingredientes en un suplemento nutricional es por tanto esencial para que no todo quede en una buena composición teórica. Y el fitoplancton Alpha3 CMP pertenece a ese grupo de alimentos y sustancias que por estar en el origen de la vida son reconocidos instantáneamente por el cuerpo aportando todos sus nutrientes de forma inmediata.

Ciertamente un tratamiento de este fitoplancton asociado a la ingesta de otros ingredientes interesantes y conocidos -como los jugos de noni y aloe vera, la astaxantina o el aceite de jengibre, entre otros- mejoran los efectos al poder amplificarse sinérgicamente los beneficios. Ahora bien, al tratarse de sustancias de distinta naturaleza polar si se quiere integrarlos en un solo producto es preciso hacerlo extrayendo sus principios activos y nutrientes de forma que luego sea realmente biodisponible y fácilmente absorbible. Por eso ForeverGreen desarrollaría un proceso denominado AMP (siglas inglesas de Partición Molecular Acuosa) para extraer mediante CO2 todos los nutrientes -tanto liposolubles como hidrosolubles- que da lugar a una microemulsión que respeta su integridad.

En 1902 William Abbot dijo que “existía un pasto verde donde los nietos de nuestros hijos irán a buscar el pan”. Y un día hubo quien, en efecto, se decidió a buscar de qué se alimentaban las ballenas para tener una vida tan longeva y saludable durante tantos años. La respuesta fue el fitoplancton marino. En 1958 alguien se planteó si era posible romper la cadena trófica y que los humanos utilizáramos directamente como alimento ese fitoplancton. Y se logró. Hoy día el esfuerzo se centra en averiguar todas sus propiedades para aprovecharlas. Y una empresa, ForeverGreen, ha decidido hacerlo apostado por fabricar complementos de origen orgánico siendo hoy la única compañía del mundo que comercializa productos con fitoplancton marino Alpha3GMP.

Miguel Jara
15/04/10

Termino ya con esta serie de tres post que he dedicado a resumir las informaciones que he publicado en la revista Discovery DSalud de este mes sobre el WiFi en las escuelas. En una resolución de 2 de abril del 2009 el Parlamento Europeo pidió a los estados miembros

“que sigan el ejemplo de Suecia y reconozcan como una discapacidad la hipersensibilidad eléctrica a fin de garantizar una protección adecuada e igualdad de oportunidades a las personas que la sufren”.

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¿Y qué es la electrosensibilidad? Pues una hipersensibilidad a los campos electromagnéticos que lleva a la persona a enfermar. Y si bien hay países como Suecia donde ya está reconocida como enfermedad en España no es así; aquí las personas que la sufren suelen ser derivadas ¡al psiquiatra! Cuando son cada vez más las personas que padecen el problema. Y eso incluye a quienes trabajan en las escuelas, tanto al personal escolar como a los niños. Es el caso de Miquel Roselló que trabajaba como profesor en un instituto de Tarragona hasta hace poco y ahora está de baja laboral diagnosticado de electrosensibilidad.



Simplemente se había trasladado de un colegio que no tenía WiFi a otro que sí lo tenía y al año y medio comenzó a notar buena parte de los síntomas propios de las personas con hipersensibilidad a los campos electromagnéticos:

“Sufría nerviosismo, agitación, arritmias, insomnio, embotamiento, malestar, irritabilidad, cefaleas, cansancio… Todo ello al mismo tiempo y sin motivo aparente. En clase notaba el aire cargado, como denso. En los periodos de vacaciones, cuando ya no estaba en el aula, me recuperaba. Al comienzo del curso 2009/2010, unos días antes de que empezaran las clases, me encontraba en el aula preparando la inauguración del ciclo y comencé de nuevo a encontrarme mal, con los mismos síntomas. Cuando yo soy una persona sana, vivo a las afueras en un pueblo en pleno campo en el que no hay radiaciones, cuido mi salud física y mental, me encanta mi trabajo en el colegio y me llevaba bien con mis compañeros. Y todo eso lo he tenido que dejar por la electrosensibilidad que muestro ante las ondas; ante las WiFi en particular pero también ante todos los campos electromagnéticos de cierta intensidad en general”.

La mujer de Roselló, que también cuida su salud de la misma manera e igualmente es profesora –en este caso de Inglés en una escuela oficial de idiomas- tenía los mismos síntomas pero en cuanto en su centro optaron por instalar cable -gracias a su recomendación- dejó de sufrirlos. Suele notarlos, eso sí, cuando se traslada a la casa de algún amigo o familiar que tiene conexión WiFi.

“Tenemos la suerte –me diría Roselló- de disponer de un médico de cabecera, Miguel Solans Ezquerra, muy sensible a estos temas –al punto de que hoy tiene sus propios aparatos de medición- al que al principio le costaba un poco entender mi problema pero hoy lo tiene muy claro y lo reconoce abiertamente”.

Hablamos de un maestro que hoy tiene varios informes médicos que reconocen su padecer siendo quizás el más significativo el firmado por la doctora María Pérez:

“Se ha detectado en el señor Miquel Roselló –a través de pruebas de biorresonancia-moraterapia- la presencia en muy alta intensidad de campos geopáticos de origen fundamentalmente de altas frecuencias (3.000-5.000 GHz) y radiofonía móvil, y otros aparatos con dicho mecanismo (como ordenadores en red tipo WiFi) así como cargas electrostáticas ambientales, etc, sometiendo al organismo, sobre todo a nivel del sistema nervioso, a un estrés importante”, manifiesta la doctora en el informe.

Un diagnóstico que continúa con la mención de los síntomas del paciente relacionados con la electrosensibilidad y donde se le recomienda evitar el contacto con las radiaciones electromagnéticas. Pude hablar con la doctora Pérez y le pregunté a qué se debe que en España tan pocos médicos diagnostiquen los problemas de electrosensibilidad:

“Hace al menos doce años que yo vengo advirtiendo de los peligros en la salud de los campos electromagnéticos, diagnóstico que establezco a través de la terapia de biorresonancia ‘Mora’. Evidentemente es una forma de diagnóstico que por desgracia está aún fuera de los circuitos de la medicina convencional y ello dificulta su expansión; sin embargo hablamos de un problema que no es posible valorar con una analítica clásica o una radiografía porque su impacto es a nivel ‘cuántico’, a nivel molecular, y eso no hay máquina de las que se utilizan convencionalmente que pueda detectarlo”, me contestaría.

La doctora Pérez añadiría que hoy la mayoría de las personas a las que valora su estado con el Mora presentan bloqueos por campos electromagnéticos -de diferente origen- que repercuten en diversas zonas del organismo. Depende de cada persona pues su sensibilidad varía mucho de una otra.

“Lo interesante en cualquier caso -añadiría- es poder hacer el diagnóstico mientras el organismo aún cuenta con fuerza para recuperarse pues eso permite prevenir patologías degenerativas que es lo más importante”.

Pero si bien el profesor Roselló ha decidido hablar y contar su experiencia existen otros muchos colegas en situaciones similares que tienen “miedo” a explicar lo que les pasa porque temen una posible “reacción adversa” del establishment educativo. Es el caso de otra maestra en circunstancias parecidas, A., profesora de 2º de Primaria –da clases a niños de siete años de edad- en un colegio de un pueblo de Guipúzcoa que prefiere que silenciemos su nombre y apellido:

“Suelo tener –me diría- dolor de cabeza, picor, escozor intenso en la coronilla, picores por el cuerpo -sobre todo en los ojos-, cansancio constante y, a veces, hasta sensación de no poder tenerme en pie además de peso en la cabeza. El médico se limitó a recomendarme que tomara una aspirina. No estoy pues de baja y procuro aguantar. Afortunadamente hoy tengo dos dispositivos que neutralizan un poco los efectos del WiFi”.

Le pregunté si cree que puede estar afectando a los niños a los que da clases el WiFi instalado en las aulas respondería:

“Sí. Veo a los críos en clase más inquietos, más nerviosos, más impacientes y con dificultades para concentrarse y poner atención”.

En Sevilla tres profesores que me pidieron igualmente permanecer en el anonimato intentan en la actualidad que en sus colegios no se instale WiFi sino cable porque todos ellos sufren electrosensibilidad en grados diferentes, en un caso ya oficialmente diagnosticado. Uno de ellos nos contaría que es diabético y que las ondas electromagnéticas le “disparan” el índice glucémico. Una posibilidad que atestigua por cierto el trabajo La electricidad “sucia” sube los niveles de glucosa en diabéticos electrosensibles y podría explicar la diabetes voluble que se publicó en Electromagnetic Biology and Medicine en 2008 (se llama “diabetes voluble” a la de tipo I que se descontrola sin que oficialmente se sepa por qué).

Se trata de un maestro que durante diez años vivió cerca de una antena de telefonía móvil y al que se le detectan niveles de 20 microwatios en el cuerpo. Licenciado en Química Industrial hoy da clases en un colegio donde también hubo WiFi pero consiguió que lo quitasen… no sin un duro y desagradable enfrentamiento.

L. vivió durante ocho años con su familia en una zona alta de Sevilla en la que por sus características geográficas se congregan una gran cantidad de antenas de telefonía, radio o televisión. Farmacéutico de profesión y profesor en un colegio sevillano, además de insomnio, stress, alergias, dolores de cabeza en él y en toda su familia, y otros males que luego comprobó que afectan a buena parte del vecindario, sufre una altísima tensión ocular que sólo le desaparece cuando se aleja de focos de contaminación electromagnética, algo que ha certificado su oculista que puede estar relacionado con estos campos contaminantes. Se trasladó de barrio pero en el instituto donde da clases el WiFi lleva instalado dos años.

Obviamente la aparición de casos de profesores de instituto con síntomas de hipersensibilidad a las radiaciones electromagnéticas va cada día a más y los que lo reconocen son sólo la punta de un iceberg que sin duda se dará a conocer en su verdadera dimensión en los próximos años. Solo que el problema principal lo constituyen los niños porque, ¿cuántos de ellos han sido y están siendo afectados por las radiaciones electromagnéticas sin que sus padres, profesores y médicos perciban que la causa de sus problemas mentales, emocionales y físicos se deben a ellos?

Más info: El libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo (Península, 2009) contiene un capítulo titulado El mayor experimento de la historia humana sobre la hipersensibilidad a los campos electromagnéticos que cada vez más personas padecen. El libro Conspiraciones tóxicas. Cómo atentan contra nuestra salud y el medioambiente los grupos empresariales (Mr, 2007) ofrece su primer capítulo dedicado a cómo actúa el lobby de la contaminación electromagnética.

Tendencias 21
13/04/10

El estrés puede, literalmente, deformar el cerebro, cambiando algunas de las estructuras de éste que nos ayudan a soportar las presiones corrientes de la vida. Pero, ¿cómo se producen estos cambios?

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En experimentos realizados con ratones, científicos de la Universidad Rockefeller, de Estados Unidos, descubrieron que una proteína determinada subyace a los mecanismos por los que se producen dichos cambios.

El estudio constató, en concreto, que ratones que tenían una cantidad inadecuada de esta proteína, denominada “factor neurotrópico derivado del cerebro” (BDNF), sufrían de un estado similar al de ratones normales sometidos a estrés durante largos periodos.

Según los científicos, esto demuestra que la BDNF se encarga de potenciar la adaptabilidad de las neuronas del hipocampo, una región del cerebro que juega un papel clave en la regulación del humor, del conocimiento y de la memoria y que, por tanto, sería una de las proteínas esenciales para la plasticidad del cerebro.