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Salut
07/10

Científicos del Centro de Investigación en Epidemología Ambiental (Creal) han concluido que algunos productos químicos presentes en la sangre de las madres contribuyen a la obesidad futura del niño.
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Según un estudio, publicado en la revista 'Environmental Health Prespectives', productos químicos como el DDE --un subproducto del pesticida DDT capaz de de alterar el equilibrio hormonal del organismo-- o restos industriales persistentes en la sangre hacen que el bebé experimente un crecimiento acelerado durante los seis primeros meses de vida, así como que incremente su índice de masa corporal a los 14 meses.

La autora principal del estudio, Michelle Méndez, ha remarcado que este análisis sugiere por primera vez que la exposición fetal al DDE puede promover un crecimiento rápido a partir del periodo postnatal.

Concretamente, el estudio concluye que los 388 bebés de madres con peso normal, cuyos niveles de DDE son más altos tienen el doble de riesgo de padecer un crecimiento acelerado.

Los niños que presentan un crecimiento rápido durante los primeros meses de vida tienen hasta cinco veces más riesgo de tener sobrepeso a los 14 meses. Además, otros estudios han demostrado que los niños que crecen con rapidez también tienen niveles más altos de grasa corporal.

Según la investigadora, la mayoría de los compuestos organoclorados proceden de dietas que contienen alimentos como carne, pescados, productos lácteos, frutas, verduras, que son fuentes potenciales de exposición al DDE.

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