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El Heraldo
23/09/10

La introducción de maíz transgénico en el campo mexicano está acabando con la independencia alimentaría de nuestro país, advirtió Greenpeace explicando que los productores de maíz se volverán dependientes de empresas monopólicas como Monsanto, la cual detenta el 90 por ciento de los transgénicos en el mundo.

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"Los trabajadores del campo podrían ser demandados por esas empresas si se detectan semillas patentadas en sus campos, aunque se haya dado por casos de contaminación", recalca la organización ambientalista en un informe titulado "Cultivo$ Tran$génico$: Cero Ganancia$".

En un párrafo de ese folleto con el subtítulo "Juicios registrados hasta el 26 de octubre de 2007 en EUA (Estados Unidos de América)", se destaca que los montos concedidos a Monsanto por 57 juicios contra agricultores sumaron 21 millones 583 mil 431.99 dólares.

En su momento, Aleida Lara, coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace México, señaló que con la siembra de maíz transgénico en nuestro país se pondrá en riesgo el gran potencial de producción del grano con variedades convencionales y nativas, la biodiversidad, y se propiciará la dependencia y vulnerabilidad de los campesinos frente a las empresas que detentan la patente de las semillas transgénicas.

Hasta el 2007 los juicios de Monsanto contra agricultores sumaron 21 millones 583 mil 431 de dólares, alertó Lara.

En el citado informe, Greenpeace indica entre otras cosas que México es la cuna del maíz y posee una gran diversidad genética de este grano; no obstante, las autoridades mexicanas modificaron el reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados e ignoraron el llamado de los científicos, productores y consumidores a no autorizar la siembra experimental de maíz transgénico en los estados de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Tamaulipas.

Por otra parte, de acuerdo con Greenpeace, el académico de la Universidad Iberoamericana y Vicepresidente ejecutivo del Centro de Estudios Estratégicos Nacionales, Alberto Montoya, aseveró que el estado mexicano tiene el deber de recuperar la soberanía alimentaría y abandonar la política de dependencia de las importaciones y de las corporaciones globales. Asimismo, debe evitar que sea la industria de los transgénicos la que tome control de los campos y los alimentos.

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