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Stephen Lendman
Global Research / Sott.net
10/06/2009
Traducción: El Averiguador

Al menos tres leyes federales deberían inquietar a todos los americanos e insinuar lo que podría venir – vacunaciones obligatorias para amenazas exageradas e inexistentes como la H1N1 (Gripe Porcina). Vacunas y medicamentos como el Tamiflu ponen en peligro la salud humana pero generan grandes ganancias a las empresas farmacéuticas.

El Acta del Proyecto Bio-Escudo del año 2004 se convirtió en ley el 21 de julio del 2004 “para proveer protección y medidas contra agentes químicos, biológicos o nucleares que podrían ser utilizados en un ataque terrorista contra EEUU, al otorgar a los Institutos Nacionales de Salud flexibilidad de contratos, mejoras en la infraestructura, aceleración de los procesos de evaluaciones científicas, y dinamizar la aprobación de procesos y contramedidas del Departamento de Control de Alimentos y Medicamentos de EEUU”.

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En otras palabras, el Departamento de Control de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA por sus siglas en inglés) podría ahora aprobar despiadadamente vacunas y otros medicamentos sin las pruebas adecuadas y potencialmente peligrosas en caso de que las Oficinas de Prevención de Enfermedades y Promoción de la Salud (HHS) o el Departamento de Defensa (DOD) declaren una emergencia nacional, existente o no, y sin tener en cuenta si los tratamientos disponibles son seguros y efectivos. Se destinarán seis mil millones de dólares, o más, para desarrollar, producir, y almacenar vacunas y otros medicamentos para contrarrestar a los supuestos agentes bio-terroristas.

El Acta de Preparación Pública y Emergencias (PREP) pasó desapercibida cuando George Bush la transformó en ley como parte del Acta de Asignaciones de Defensa en 2006 (HR 2863). Permite a la Secretaría de la HHS declarar a cualquier enfermedad como epidemia o enunciar una emergencia nacional que requiera vacunaciones obligatorias. Nada en el Acta muestra un criterio que justifique una amenaza concreta. Tampoco se especifican castigos para aquellos que se nieguen, pero probablemente incluyen cuarentena y posibles multas.

El sitio Web de la HHS también indica que la secretaría podría:

“emitir una declaración…que provea inmunidad respecto a la responsabilidad extracontractual objetiva en casos de un mal comportamiento intencionado que surja, se relacione, o resulte de la administración o uso de (vacunas u otros fármacos) medidas contra enfermedades, amenazas y condiciones determinadas por la Secretaría para constituir un presente, o creíble riesgo de una futura emergencia sanitaria…”
La FDA, manipulada por la industria, notoriamente lanza al mercado medicamentos probados inadecuadamente, poniendo en duda su eficacia y seguridad, y convirtiendo a aquellos que las usan en ratas de laboratorio. Si se ordena una vacunación masiva con la simple declaración de una emergencia pública, esto incluiría a todos – sin requerimiento de pruebas.

El Acta de Preparación para Pandemias y Toda Clase de Riesgos (S. 3678) es otra ley inquietante, efectiva desde el 19 de diciembre del 2006. Corrige “el Acta de Servicio de Salud Pública respecto a la seguridad de salud pública y de la preparación y respuestas ante toda clase de riesgos, y otros planes”. Incluso quienes la apoyan están preocupados por cuestiones de privacidad, responsabilidad, y la prioridad de las ganancias por sobre la salud pública. Los críticos expresan mayores preocupaciones acerca de los peligrosos medicamentos para amenazas exageradas o inexistentes, así como también la histeria masiva generada con propósitos políticos.

Al menos otra medida también es preocupante – El Acta del Modelo de Poderes en Emergencias de Salud (MSEHPA). Hasta el momento tan solo es una propuesta del Centro de Leyes y Salud Pública – “Una colaboración de las Universidades de Johns Hopkins y Georgetown, un recurso primario, internacional, nacional, estatal y local sobre la ley pública y de la política de salud pública, practicantes, jueces, académicos, y otros”.

En estos momentos el MSEHPA está rastreando respuestas legales a la emergente respuesta internacional del brote de H1N1 de 2009 (gripe porcina), incluyendo declaraciones de emergencia de salud pública a niveles internacionales, nacionales y estatales…” aunque incluso la evidencia forense no puede confirmar ninguna muerte de H1N1. En ningún lado existe emergencia alguna, y reportar una, es pura exageración para vender peligrosos medicamentos a la desprevenida población mundial.

En su sitio Web, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés) dice sobre el MSEHPA:
Está “escrita de manera tal que no protege adecuadamente a los ciudadanos contra el uso unadecuado de tremendos poderes que se conferirían en una emergencia. Está repleta de inconvenientes sobre las libertades civiles. Sus tres principales fallas son:

(1) Falla en incluir verificaciones y balances básicos mediante la conseción de poderes de emergencia extraordinarios, que nunca deberían aprobarse sin ser inspeccionados. Podría conducir a serias consecuencias para la libertad, privacidad, e igualdad de las personas”.

(2) “Va mucho más allá del bioterrorismo, con una equivocada definición de ‘emergencia de salud pública’, que cualquier autoridad local o nacional podría declarar sin evidencia o prueba concluyente.

(3) “Carece de protecciones a la privacidad y debilita la protección existente en cuanto a información médica delicada”.
El MSEHPA inquieta a otras organizaciones además de la ACLU, tanto conservadoras como progresistas – incluyendo a la Fundación del Libre Congreso, Consejo Americano de Intercambio Legislativo, Asociación Conservadora de Legisladores Estatales, Campaña de Derechos Humanos, y Proyecto de Privacidad de la Salud.

La verdadera amenaza de las peligrosas y obligatorias vacunaciones

Como consecuencia del exagerado temor por la Gripe Porcina, informes de diversos medios sugieren que tendremos vacunaciones masivas. Por ejemplo, un artículo de Kimberly Kindy - Ceci Connolly en el Washington Post del 6 de mayo, titulado “EEUU podría añadir vacunaciones contra la gripe aviar al régimen de otoño” sin decir que serían obligatorias, sino sugiriendo la posibilidad de realizarse este año o más adelante.

Las escritoras informan que “la administración de Obama está considerando una campaña de vacunación otoñal sin precedentes” para incluir inyecciones de gripe común y de gripe porcina, ésta última debido a que se está “diseminando alrededor del mundo”.

El Dr. Robin Robinson de HHS dijo “Estamos adelantando la fabricación de una vacuna”, y si el gobierno procede con un programa nacional, se producirán suficientes suministros para proveer dos dosis para todos los americanos y con voceros como el del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, Anthony Fauci, declarando que no se esperan reacciones adversas y que sumar otra vacunación para la Gripe Porcina “no debería presentar ningún problema”.

El New York Times también aumenta el temor con informes de escuelas cerradas en la ciudad luego de la aparición de casos sin confirmar de Gripe Porcina, algunas muertes de adultos atribuidas al H1N1, elevando el supuesto total de la ciudad a siete veces, y la Organización Mundial de la Salud (WHO) señalando el 3 de junio que está cada vez más cerca de declarar una pandémia mundial de Gripe Porcina (Nivel 6) – aunque no exista nada de esto.

Con toda la exageración, desinformación, y mentiras descaradas, el Dr. Keiji Fukuda de la OMS a cargo de la gripe, dijo que solo 117 muertes en el mundo eran “atribuibles” a la Gripe Porcina y que cualquier advertencia incluiría el consejo de que el virus no es tan letal. Una declaración más acertada, explicaría que no existe evidencia forense que relacione estas muertes con el H1N1, y que la influenza mata a 30.000 personas solo en EEUU – algo que los grandes medios nunca informan o que cifras aisladas de cualquier tipo de muertes por gripe a nivel mundial no son causa de alarma o razón para justificar titulares atemorizantes.

También es imprudente que la OMS, EEUU y las autoridades de otros países difundan mentiras, engaños, e histeria para que las grandes compañías farmacéuticas puedan inocular vacunas peligrosas y otros medicamentos en personas desprevenidas, dañando su salud y haciéndolas vulnerables a enfermedades posteriores y posibles muertes prematuras.

Massachusetts podría ser un precursor de lo que viene

El 28 de abril, el Senado de Massachusetts aprobó por unanimidad, un proyecto de preparación ante la gripe pandémica que llega al nivel de ley marcial. Si es aprobado por la Cámara y transformado en ley, se ubicará por encima de otras medidas:

- “vacunación, tratamiento, exámenes, o pruebas de” todos los individuos involucrados en proveer cuidados de la salud – como quizás el paso número uno antes de ordenar el mismo proceso para todos los residentes del estado;

- dueños u ocupantes de todas los establecimientos "permitir la entrada y la investigación de los establecimientos;"

- cierre, evacuación, y desinfección de todas las instalaciones sospechosas; y

- restringir o prohibir “reuniones de personas”.

Otros estados podrían planificar medidas similares como precursoras de vacunaciones obligatorias a nivel nacional y una suspensión total de las protecciones de la libertad civil.

Efectos adversos de la vacunación en soldados de la Guerra del Golfo

Antes de llegar al Golfo Pérsico en 1990-91 (y hasta estos días), todos los soldados norteamericanos pasaron por una serie de inoculaciones contra enfermedades infecciosas – las mismas aplicadas a todos los ciudadanos norteamericanos que viajan a la región. Una vez llegados, 150,000 personas también recibieron la vacuna contra el ántrax y 8000 recibieron la del botulismo, a pesar de las preocupaciones sobre las adversas consecuencias sobre la salud a largo plazo.

La Academia Nacional del Instituto de Ciencias de la Medicina (IOM) condujo un estudio para evaluar los resultados publicados en septiembre de 2000. En diciembre de 1997, el Departamento de Defensa (DOD) anunció que todas las fuerzas militares norteamericanas recibirían vacunaciones contra el ántrax. El Programa de Vacunación para la Inmunización del Ántrax (AVIP) comenzó en marzo de 1998, incluso aunque la IOM encontró poco material científico publicado sobre su seguridad.

En este estudio, la IOM publicó evidencia de la relación entre las vacunas investigadas y los efectos en salud en común, incluyendo enrojecimiento, inflamación, y fiebre, comúnmente asociadas con otras vacunaciones. Sin embargo, no se han determinado pruebas concluyentes de inconvenientes a largo plazo – probablemente porque los descubrimientos del estudio fueron sesgados para no encontrarlos.

La IOM también investigó las vacunas del botulismo y encontró evidencia de la realción entre la vacuna y los efectos sistémicos agudos similares a los de las vacunaciones contra el ántrax. Nuevamente, no se han determinado pruebas concluyentes de problemas a largo plazo – otra conclusión bastante dudosa según explica la evidencia más abajo.

Por lo general, el personal militar recibe múltiples vacunaciones. La IOM estudia sus efectos pero no aprueba ni desaprueba ningún efecto a largo plazo. Sin embargo, numerosos estudios independientes de veteranos británicos de la Guerra del Golfo, descubrieron ciertas relaciones entre las múltiples vacunaciones y problemas de salud.

Gary Matsumoto es un
periodista investigador premiado de Nueva York. Su libro del año 2004, “Vacuna A: El experimento encubierto del gobierno que está matando a nuestros soldados y porqué ellos son las únicas víctimas” se opone firmemente a los resultados de la IOM y a la negación del síndrome de la guerra del golfo por parte del Pentágono.

Investigando el sombrío mundo del desarrollo de vacunas, descubrió que doctores y científicos norteamericanos condujeron experimentos médicos secretos en ciudadanos norteamericanos, violando el Código de Nuremberg y la ética médica fundamental.

Por su parte, Nuremberg estableció modelos legales de experimentación médica ahora incorporados a los códigos éticos médicos, que incluyen:

- requerir el consentimiento voluntario de sujetos humanos sin coerción, fraude, engaño, y con absoluta comunicación de los riesgos involucrados;

- los experimentos deben evitar “todo sufrimiento y lesión física y mental innecesaria”;

- los experimentos nunca deben ser llevados a cabo si existe “una razón a priori para creer que producirá la muerte o una lesión deshabilitante”;

- el riesgo “nunca debe exceder lo determinado por la importancia humanitaria del problema a resolver”; y

- los experimentos deben finalizar si existe razón para creer que causarán “heridas, incapacidad, o muerte de la persona sujeta a experimentación”.

Según Matsumoto, el Pentágono violó estos y otros modelos, traicionaron a los soldados, y al deber fundamental de la armada y de los líderes civiles para protegerlos. Al menos desde 1987, el desarrollo de la guerra biológica socavó el bienestar de miles de soldados utilizados como conejillos de India humanos para la aplicación de vacunas experimentales y sin licencias contra el ántrax que contienen escualeno - un potenciador con base de aceite (para aumentar la inmunidad) conocido durante décadas como el causante de severas enfermedades autoinmunes en animales de laboratorio, y aún así se administra involuntariamente sin informar los efectos perjudiciales en la salud humana. Matsumoto escribió:
“Los experimentos no-éticos detallados en este libro son incompletos, con poca posibilidad de resolución, porque han sido apartados del escrutinio y de la responsabilidad pública por parte de quienes están a cargo de la seguridad nacional”
Sugirió que la "anticipación" de lo que vendrá posiblemente sea pronto.
“Cuando Michael Whitehouse y Frances Beck, de la UCLA, inyectaron escualeno en combinación con otros componentes en ratas y cobayos en 1970, algunos aceites eran más efectivos en provocar versiones animales de artritis y esclerosis múltiple”.
En 1999, el inmunólogo Dr. Johnny Lorentzen del Instituto Karolinska de Suecia, descubrió que con la inyección, una “molécula habitualmente benigna como el escualeno puede estimular una respuesta inmune autodestructiva”, aunque ocurra en el cuerpo naturalmente.

Otra investigación muestra que el escualeno es el ingrediente de la vacuna experimental contra el ántrax, que porvocó enfermedades autoinmunes devastadoras y la muerte de muchos veteranos de la Guerra del Golfo de EEUU, Inglaterra y Australia, y todavía continua siendo utilizada en la actualidad para el desarrollo de nuevas vacunas en laboratorios. Existe una relación cercana ente las enfermedades inducidas por el escualeno en animales, y aquellas observadas en humanos inyectados con este aceite: artritis reumática, esclerosis múltiple y lupus sistémico eritematoso”.

Otras enfermedades autoinmunes también están relacionadas con humanos que recibieron inyecciones de escualeno:
“Ahora existe información en más de dos docenas de informes científicos comprobados, por parte de diez laboratorios diferentes en EEUU, Europa, Asia y Australia, que documentan que los potenciadores con base de escualeno pueden inducir enfermedades autoinmunes en animales...observados en ratones, ratas, cobayos y conejos. El Instituto Karolinska de Suecia ha demostrado que solo con el escualeno se puede inducir la versión animal de la artritis reumática. La Academia de Ciencias polaca ha mostrado que el escualeno en animales puede producir heridas catastróficas en el sistema nervioso y en el cerebro. La Escuela de Medicina de la Universidad de Florida ha demostrado que en animales, el escualeno solo puede inducir la producción de anticuerpos asociados específicamente con lupus sistémico eritematoso."
El micropaleontólogo, Dr. Viera Scheibner, condujo investigaciones sobre los efectos adversos de los potenciadores en vacunas y escribió:
El escualeno “contribuyó a una cascada de reacciones denominadas como síndrome de la Guerra del Golfo, artritis, fibromialgia, linfadenopatía, sarpullidos, sarpullidos fotosensibles, urticaria, fatiga crónica, jaquecas crónicas, pérdida anormal de vello corporal, lesiones de la piel de difícil curación, aftosa ulcerosa, mareos, debilidad, pérdida de memoria, apoplejías, cambios de humor, problemas neuropsiquiátricos, efectos antitiroideos, anemia, ESR elevado (recuento de sedimentación de eritrocitos), lupus eritematoso sistémico, esclerosis múltiple, ALS, fenómeno de Raynaud, síndrome de Sjorgren, diarrea crónica, sudor nocturno y fiebre”.
El libro de Matsumoto incluye numerosos estudios de casos de soldados afectados por uno o más de los síndromes mencionados, sus devastadores efectos, y la extraña reacción del gobierno norteamericano – ignorando su existencia o relación entre ellos y las vacunas administradas. Negando también los efectos de otras toxinas (como el uranio empobrecido) y ocultando tratamientos o protocolos importantes.

El Capitán de la armada norteamericana, George L. Skypeck, habló elocuentemente cuando señaló:
“¿El carácter de mi valor fue menos intenso que el de aquellos en Lexington? ¿El dolor de mis heridas fue menos severo que el de aquellos en Normandía? ¿Y mi soledad fue menos desconsoladora que la de aquellos en Inchon? ¿Entonces por eso soy olvidado entre aquellos recordados como ‘héroes’?”.
Si se ordenan vacunaciones masivas, millones de americanos podrían preguntarse: ¿Por qué continúan utilizando vacunas inseguras y otros medicamentos cuando existe evidencia clara que demuestra sus peligros? ¿Por qué engañan a todos los americanos desatando una futura plaga de severas enfermedades e incapacidades? ¿Por qué han arruinado mi salud intencional y maliciosamente?

La inmunóloga, Dr. Pamela Asa, primero reconoció las enfermedades autoinmunes observadas en soldados reflejadas en animales de laboratorio inyectados con potenciadores de escualeno con aceite. Para 1997, cientos de millones de dólares han sido derrochados probando vacunas con dichos contenidos en estudios animales desde 1988 y en ensayos clínicos humanos desde 1991 – por parte de importantes institutos como NIH, el Instituto Nacional del Cáncer, y los Institutos Nacionales de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID).

Según Matsumoto, en la actualidad, los “potenciadores de escualeno son un ingrediente clave en toda una nueva generación de vacunas con la intención de inmunizar de manera masiva a todo el mundo”, aunque investigadores de la Escuela de Medicina de Tulane y del Instituto de Investigación Walter Reed de la armada, probaron “que el sistema inmune responde específicamente a la molécula del escualeno”.

El sistema inmune “ve y reconoce que es una molécula de aceite original del cuerpo. El escualeno no es solo una molécula que se encuentra en la rodilla o en el codo – se encuentra en todo el sistema nervioso y en el cerebro”. Cuando se inyecta en el cuerpo, el sistema inmunológico lo ataca como un enemigo a ser eliminado. Ingerir y digerir escualeno no es un problema. Pero al inyectarlo “el sistema inmune se galvaniza atacándolo, lo cual puede producir reacciones autodestructivas cruzadas contra la misma molécula en los lugares del cuerpo donde se encuentra de forma natural – y donde es crítico para la salud del sistema nervioso”.

Una vez comenzada la autodestrucción, esta no se detiene mientras el cuerpo continúe fabricando la molécula que el sistema inmunológico está entrenado para atacar y destruir.

El inmunólogo, Dr. Bonnie Dunbar, también realizó extensas investigaciones sobre las enfermedades originadas por la Hepatitis B y descubrió procesos autoinmunes similares involucrados en la imitación molecular, en personas con síndromes neuroinmunes devastadores luego de recibir inyecciones de la vacuna.

Matsumoto indica que el “escualeno es una clase de detonador para una verdadera arma biológica”, lo que los investigadores soviéticos llamaron “¡una bomba de tiempo biológica!” y Matsumoto dice que es “el sistema inmune”. Cuando “todo el repertorio de células y anticuerpos atacan tejidos que deberían proteger, los resultados pueden ser catastróficos”. Él y el Dr. Pam Asa concluyeron que los “potenciadores de aceites son el arma química más insidiosa jamás vista”, incluyendo aquellas que contienen escualeno – algo que los soviéticos sabían que podía ser utilizado como arma en los 80s.

Matsumoto señala que “el verdadero problema del uso del escualeno no es que imite a una molécula que está presente en el cuerpo; es la misma molécula. Por lo tanto, lo que los científicos americanos concibieron como un elemento que mejora la vacuna, era otra ‘nano-bomba’, instigando enfermedades crónicas impredecibles y debilitantes. Cuando el NIH argumentó que el escualeno era seguro porque es nativo del cuerpo, es justamente lo opuesto”, y por supuesto, todavía lo es. “La presencia natural del escualeno en el cuerpo hizo que sea una de las moléculas más peligrosas jamás inyectadas en el hombre” y utilizarlo en vacunas es descabellado y criminal.

¿Entonces por qué Washington aprueba su uso? Según Matsumoto:
Los científicos en EEUU están muy involucrados con el escualeno. Los científicos de la armada que desarrollaron la segunda generación de vacunas contra el ántrax tienen reputaciones que proteger y otorgan licencias para obtener beneficios, así como también derechos a nivel mundial para desarrollar y comercializar la nueva vacuna recombinante para el ántrax y para otras amenazas de la salud”.
De manera perturbadora, “Muchas de las vacunas de avanzada, actualmente en desarrollo por el NIH y sus socios corporativos, contienen escualeno en una fórmula u otra. Hay escualeno en los prototipos de vacunas recombinantes para el VIH, la malaria, el herpes, la influenza (incluyendo la cepa H1N1), el citomegalovirus y el virus del papiloma humano”. Algunas de estas “están fabricadas para una inoculación masiva alrededor del mundo” y esa posibilidad debería aterrar lo suficiente a cualquiera como para rechazar cualquier prescripción obligatoria de inoculación por parte de un médico.

Otro problema es que la “autoinmunidad tarda años en diagnosticarse” porque los primeros síntomas (jaquecas, dolores en articulaciones, etc.) son tan vagos, que fácilmente podrían ser por otras causas.

Desde su origen, las vacunas siempre han sido peligrosas, como para que ciertos expertos las denominen armas biológicas que perjudican a la salud, manipulando y agobiando el sistema inmune, y creando la posibilidad de enfermedades debilitantes futuras. Entonces la solución de las Grandes Farmacéuticas son vacunas y nuevos medicamentos genéticamente más potentes, que puedan terminar lastimando o matando a cualquiera que las tome, especialmente personas con sistemas inmunológicos debilitados.

Matsumoto y otros hicieron sonar la alarma para que todos evitemos estos venenos enmascarados como medicamentos preventivos. De hecho, solo benefician a las compañías que las fabrican y a los científicos que obtienen generosas ganancias.

Stephen Lendman es un Socio Investigador para el Centro de Investigación sobre Globalización. Vive en Chicago y puede ser contactado en lendmanstephen@sbcglobal.net.

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