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Ramón M. Castro Thomas
andaluciainformación.es
18/09/09

Después de escuchar tanto desvarío sobre este tema no puedo menos que intentar echar un poquito de luz antes de que me dé una inmunodepresión aguda, que es la única forma de coger una gripe grave. Sólo ante el miedo, la manipulación y la estulticia caben la serenidad, la verdad biológica y el sentido del humor parejo a la seriedad científica.

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Nada mejor para estudiar un asunto que remontarse a la historia. Veamos qué podemos aprender de la gripe española que ocurrió en 1918 tras acabar la I Guerra Mundial. Lo primero es que no fue española. Se la conoce con este nombre porque España al ser neutral en la contienda bélica le dedicó más atención que otros países, siendo este el motivo de su denominación. Lo segundo que podemos aprender es que tuvo como factores de cultivo la I Guerra Mundial y el rastro de miseria que deja toda guerra. Produjo 300.000 muertes en España, si bien hay que tener en cuenta las condiciones higiénicas y sanitarias de la época (no me refiero a la Medicina, sino al alcantarillado, saneamiento, agua corriente, etc.).

La gripe española tuvo como protagonista a un subtipo de virus N1H1 también, como la mayoría de las gripes. Pero no se conoció esta etiología hasta muchos años más tarde. De hecho Gregorio Marañón durante la publicación (1936-1942) de su Manual de Diagnóstico Etiológico no se refiere a esta enfermedad.

Llega a mis manos un pequeño libro titulado La gripe española escrito por el doctor Antoine Nebel, experto bacteriólogo además de médico homeópata. En este libro, Nebel refiere estudios serios que concluyen que esta gripe afectó mortalmente a los que presentaban como reservorio el plasmodium de la malaria, por lo que la gripe en sí no tenía capacidad de matar si no de debilitar la situación de otra infección más grave. Esta teoría ha quedado avalada recientemente por un estudio hecho en la Universidad de Extremadura (2004) en el que se concluye que las infecciones mixtas son la regla y no la excepción (…) es necesario concienciarse de que estas interacciones existen y que nunca deben ser ignoradas. Pero lo más importante que aportó el doctor Nebel fue en cuento al tratamiento. Porque ¿para qué quieres saber la causa exacta de algo si no conoces el remedio eficaz? Nebel no pasó a la historia de la Medicina por descubrir el agente causal de la mal llamada gripe española, pero sí pasó por fabricar un medicamento, el Influenzinum hispanicum que salvó miles de vidas. Curaba a los enfermos con rapidez y aquellos que lo usaron como profiláctico desarrollaron una enfermedad leve.

El enemigo no fue el virus, más es de temer el ministro del ramo que al N1H1 (nihi, la nada). La gripe española fue grave por las malas condiciones higiénicas del país y afectó a los que tenían patología previa que deprimía su sistema inmune. La homeopatía dio una más que notable respuesta al problema.

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